Capítulo 13: En silencio.

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     Ninguno de los tres presentes sabía qué decir, sin duda el camino hasta Suna se haría extremadamente largo. Nanko observó a ambos jóvenes, por el carácter de cada uno, sabía que no se llevarían bien. Pero bueno, le tocaría aguantar un poco con tal de conseguir justicia. Aunque el concepto de justicia le era muy relativo.

     —¿Qué hace este aquí? —preguntó Shinki con mala cara.

     —Acompañarte a tu aldea —masculló Boruto, no muy contento.

     —Para eso ya está Nanko —apuntó el de la Arena. El rubio suspiró pesadamente, no le aguantaba.

     —Ahora yo también —dijo el Uzumaki. La chica resopló por lo bajo, parecían niños pequeños—. ¿Por qué no vamos en tren? —cuestionó el Uzumaki.

     —Piensa un poco, ¿sabes cómo hacerlo acaso? —preguntó Shinki, queriendo burlarse de él. Nanko intervino.

     —No podemos dejar que vean a Shinki todavía. No hasta que se resuelva todo esto. Tardaremos tres días en llegar y me gustaría que os callarais.

     Caminaron en dirección a Sunagakure. Boruto y Shinki entablaban conversación con la Uchiha, pero nunca entre ellos. Hasta a Nanko se le hizo divertido. Se hizo de noche, la chica observó a sus compañeros, que parecían cansados.

     —Bien, visto lo visto, acamparemos en ese descampado de enfrente. No quiero discusiones, ¿entendido? —explicó ella seriamente. Boruto se puso a su lado.

     —Hay un problema, solo he traído dos tiendas de campaña... —dijo el rubio, como si fuese un niño pequeño asustado.

     —¿Problema? Duerme con Shinki —respondió ella.

     —¡No! ¡Por favor! —exclamó Shinki.

     —¿No estarás pensando en dormir con una señorita como yo? —bromeó la Uchiha—. No seáis críos y compartid la tienda.

     Siguieron caminando hasta el descampado, donde los tres realizaron fuego y comenzaron a comer unos fideos instantáneos. Boruto no podía dejar de mirar a la joven, ensimismado. Incluso comiendo se veía extremadamente bella, pensaba en lo afortunado que era por tenerla a su lado en aquel momento. Y le daba miedo que su padre mandara a la chica a otra de esas misiones peligrosas, de aquellas que siempre le encomendaba. Justo mientras la observaba, deshizo su coleta. Se veía elegante y misteriosa, aunque lo último solía ser siempre así. Metió los palillos en su bol y sacó un poco de carne.

     —Toma, Nanko, es ternera —dijo el Uzumaki.

     —Muchas gracias, pero no hace falta. —Sonrió. Shinki alzó una ceja.

     —Venga, insisto. —La Uchiha puso un mechón detrás de su oreja y abrió la boca. Boruto puso el trozo de carne en su boca y ella comenzó a masticar.

     —Oh, está muy bueno... Debería haber cogido ese y no el de marisco —comentó ella.

     —Toma —dijo Shinki, dándole su sudadera—. Estás temblando, yo no tengo tanto frío. —Boruto le miró mal.

     —Bueno, gracias. —Nanko se la puso.

     —Te queda mejor que a mí —comentó el de ojos verdes.

     —Tampoco era muy difícil —susurró Boruto.

     —Dios, tenéis tres años de edad mental, id a dormir. —Nanko dejó su ramen en el suelo y entró en su tienda de campaña.

     El silencio se extendió en el lugar, al igual que la tensión.

     —¿Cuáles son tus intenciones con Nanko? —preguntó el Uzumaki.

Eternal | La hija de SasukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora