Capítulo 14: Es hora de hablar.

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     —Bien, ya hemos llegado. Entraré con Shinki al despacho y tú —Señaló a Boruto—, te quedarás aquí fuera —dijo Nanko.

     —Yo también tengo derecho a entrar —dijo el rubio.

     —Estás en mi aldea, ahora harás lo que yo te diga —explicó Shinki amenazadoramente.

     —Gilipollas —susurró Boruto.

     —Hasta ahora —dijo la Uchiha.

     Nanko y Shinki comenzaron a subir hasta el despacho del Kazekage. Al llegar, el chico se sentó en la silla y ella en el escritorio, frente a él.

     —Debemos hablar sobre algunos asuntos diplomáticos entre aldeas. He decidido que, a partir de ahora, tú serás el Hokage a mis ojos, a partir de hoy, Naruto no existirá para mí, dejaré que seas tú la que decida el futuro de Konoha —explicó él.

     —Es una decisión muy arriesgada, planeas contarme tus intenciones antes de comunicárselas a Naruto, ¿verdad? —Shinki asintió. —Está bien, yo prometo que, eventualmente, lo de tu padre saldrá a la luz.

     —Me gustaría que estuvieses a mi lado en la ceremonia en la que me nombrarán Kazekage —habló él.

     —Me encantaría, pero no puedo, he de irme pronto. Podrían sospechar de nosotros y, además, Boruto está aquí —explicó la Uchiha.

     —Está bien, Nanko, nos volveremos a ver. Me alegra saber que puedo contar contigo.

     —A mí también —respondió ella, levantándose. Hizo una reverencia y salió de la estancia. Al bajar, se encontró a Boruto, sosteniendo dos bolsas marrones.

     —Por fin has bajado, me ha dado tiempo a hacer una cola larguísima. Mira, he comprado unos pastelitos típicos de aquí, toma. —Le ofreció una bolsa.

     —Gracias. —Sacó uno de los dulces y lo mordió. Abrió los ojos, sorprendida, estaba delicioso. —Está riquísimo.

     —¿En serio? —Boruto imitó a la chica. —Pues sí.

     —Venga, volvamos —ordenó la Uchiha.

     —Esta vez iremos en tren, ¿verdad? —Nanko sacó los tiques y los rompió frente a sus ojos. —¡¿Qué haces?!

     —Era una broma, ya sabes, un genjutsu. Venga, vayamos a la estación. —Sonrió de lado.

     Ambos jóvenes caminaron hasta allí, entraron en el vagón VIP, y se sentaron en los asientos de piel que Shinki les había reservado.

     —Tengo que admitir que Shinki no es un agarrado —comentó Boruto.

     —Nunca he viajado de esta manera, es increíble. Este vagón debe ser para los Kages que visitan Suna o algo así —explicó la Uchiha, sorprendida.

     —¿Nanko Uchiha? —preguntó una especie de marioneta que ejercía de azafata. Ella asintió—. Esto es de parte de Shinki. —Puso un plato repleto de dulces delante de la chica. —Me retiro.

     —¿Y para mí qué? ¿No existo? —preguntó él. Nanko dejó escapar una carcajada sin gracia.

     —¡Buen provecho! —exclamó ella—. Puedes coger si quieres.

     El viaje transcurrió sin ningún contratiempo, y, al llegar a Konoha, fue el mismísimo Hokage el que los recibió.

     —Todo ha salido a pedir de boca —dijo la Uchiha.

     —Perfecto, entonces, puedes irte a casa. —Nanko asintió, pero tenía otros planes en mente.

     —Me retiro, adiós, Boruto. —Nanko comenzó a correr, dejando al rubio sin poder despedirse.

Eternal | La hija de SasukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora