Capítulo 1: Todo comienzo depende del karma.

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Nanko nunca había sido completamente feliz. Nunca había podido ser normal. Nunca había sentido que alguien la quisiera de verdad excepto él. No sabía lo qué le hizo el Hyuga, pero, sin duda alguna, le había dejado mella.

Caminó unos pasos más bajo la lluvia pero, al darse cuenta del frío que hacía, decidió refugiarse en una vieja posada.

Al llegar a la habitación que le había sido asignada, invocó a Yuki, la cual apareció sonriente.

—¿Ya has hecho el informe para Naruto? —preguntó la dragona. Nanko asintió y le entregó el pergamino—. Crees que... bueno, ya sabes...

—Sí, la guerra se aproxima, es inevitable —respondió seriamente la Uchiha—. Kawaki puede estar viviendo con los Uzumaki, pero es muy fuerte.

—¿Y por qué no vas tú a la aldea? —preguntó Yuki inocentemente.

—Todo el mundo cree que he desertado, no sería bien recibida. Además, debo esperar la señal de Naruto —explicó Nanko, sacando un futon para extenderlo en el suelo.

—Tú no dejarás a Konoha tirada, ¿verdad? —Nanko tragó en seco y negó. Odiaba a esa aldea, le había arrebatado todo lo que tenía pero, al mismo tiempo, se lo había dado. Odiaba a esa aldea, pero jamás la traicionaría. Jamás cometería los mismos errores que su padre.

—Naruto y Sasuke preguntaron por ti la última vez que les vi, ¿quieres que les diga algo, Nanko? —La Uchiha negó y entró en el baño, dejando a Yuki fuera.

—Si no te importa Yuki, puedes retirarte —dijo la de cabellos negros y la dragona desapareció.

Nanko se desvistió y se duchó al mismo tiempo que tarareaba una canción típica de la Aldea de la Lluvia, donde se encontraba en aquel momento.

La vida no había tratado demasiado bien a la hija de Sasuke. Pensándolo bien, la guerra se desataría pronto y ella debería aparecer como una "heroína" para salvar a todo el mundo, al menos eso decía Naruto. Pero antes, debería pelear con mucha gente que la consideraba una traidora. ¿Cómo habían llegado a aquel punto? Estaban en una época de paz, nadie querría destruirla, pero Kawaki le asustaba de sobremanera.

Después de unos minutos, salió de la ducha envuelta en una toalla, se puso frente al espejo del baño y se observó. Nunca pudo comprender por qué Sarada estaba celosa de ella, no era increíblemente bella, es más, no le hacía sombra a muchas de las chicas. Suspiró pesadamente mientras se vestía con una especie de pijama para estar en la habitación.

Se metió en el futón y cerró los ojos. Como siempre, no podía dormir. El insomnio se había hecho más frecuente que nunca y justo en ese momento era cuando más le dolía la soledad. Justo por la noche era cuando podía llorar por toda la gente que había muerto por ella. Hacía tiempo que se había prometido algo: "Nadie más morirá por mí." Pero, con la guerra venidera, no sabía si se cumpliría. El hecho de perder a más gente la aterrorizaba.

Al cabo de dos horas, por fin, se quedó dormida, no sin antes escribir en su diario, acción que Naruto le había pedido que realizase.

No ha habido cambios, Naruto.
La Lluvia está todavía bien.
La gente no se ha dado cuenta de nada.

Aquí concluyo el informe
de hoy, Naruto.

Naruto no quería que la Uchiha escribiese informes, quería que el cuaderno albergara sus sentimientos y emociones más internas, pero, visto que ella era reacia a expresarse en una libreta, decidió dejarlo estar.

Eternal | La hija de SasukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora