Capítulo 15: No soy fuerte.

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     —No tengo palabras para expresar lo agradecida que estoy contigo. Siento que gracias sea lo único que puedo decir —murmuró Nanko, inclinándose ante su maestra. Una vez se incorporó, observó las palmas de sus manos y el corazón que decoraba su mano izquierda.

     —Supongo que, en cierta parte no quiero creerte, pero sé que nunca dirías algo así si no fuese verdad. —Makoto sonrió de una manera agridulce. —Ojalá no fuese verdad, ojalá el Naruto al que enseñé no se hubiese transformado en esto... —La chica levantó la mirada de sus manos y la postró en su maestra.

     —Naruto siempre ha sido una especie de ídolo para mí, no sé qué ha pasado, sinceramente. —La casa se quedó en el más absoluto silencio. Makoto miraba tristemente las fotografías del equipo 7 y Nanko intentaba hacer como que no le afectaba, como llevaba haciendo toda su vida. La Uchiha realizó una mueca y recordó todo por lo que había pasado, ¿por qué no podía ser como los demás? ¿Ser fuerte era una bendición o una maldición? Tragó en seco e intentó no compararse con nadie, pero, al final, siempre llegaba al mismo punto de "¿Por qué la que más sufre soy yo?". Sintió como Makoto pasaba su brazo por encima de sus hombros, intentando abrazarla.

     —Eres increíblemente fuerte —dijo la mayor.

     —No, no lo soy —respondió la chica, zafándose de los brazos de su antigua maestra—. Debería irme. —Nanko se levantó del sofá.

     —¿Estamos en paces? —preguntó la Hatake. La Uchiha se quedó en silencio. No la había perdonado en lo absoluto, pero, si quería mantenerla a su lado, debía hacer como que sí.

     —Sí, claro que lo estamos. Siento la manera en la que me he comportado hasta ahora —contestó la chica, dirigiéndose a la puerta. —Que tengas un buen día. —Salió de la casa.

     Como Naruto había declarado su inocencia en la televisión nacional, Nanko ya no tenía que preocuparse por si la veían. Estaba notablemente más tranquila. Corrió hacia el campo de entrenamiento para poder volver a utilizar su chakra con normalidad, aunque estaba ocupado cuando llegó. Frunció el ceño sutilmente.

     Su hermana y Boruto estaban juntos, entrenando, riendo, haciendo cosas que las personas normales se suponía que hacían. Miró a Sarada, no necesitaba ser un genio para saber que él le gustaba, y mucho. Quizás lo mejor sería no intervenir y dejar que ambos entablaran algún tipo de relación amorosa.

     —Vaya tontería, pierden el tiempo el uno con el otro en vez de entrenar —susurró para sí misma—. Idos —dijo ella, lanzando varios kunais hacia los amigos. Después, se acercó al par.

     —Oh, Nanko, ¿qué tal has estado separada de mí durante tres horas? —preguntó el rubio.

     —Muy bien —respondió ella, crujiendo sus nudillos—. Me gustaría entrenar, así que, os pediré amablemente que os marchéis.

     —¿Eso es amablemente? Nosotros estábamos antes. Vete tú —dijo Sarada. Nanko dejó escapar una carcajada sin gracia.

     —No estabais haciendo nada, así que para ocupar algo que no utilizáis, podéis iros a casa. Seguro que lo disfrutáis mucho más.

     —Nanko, ¿estás resentida por algo? Estás un poco seria —comentó su hermana jocosamente.

     —¿Te refieres a que si estoy molesta porque te gusta Boruto? —cuestionó la menor. Sarada frunció el ceño—. No pensarás que me importa, ¿verdad? Deberías saber que no estoy interesada en él porque, si lo estuviera, él no estaría a tu lado ahora mismo. —Activó su Sharingan. —Yo no metería mis narices en mierdas que no me llaman, Sarada. —Sonrió. —Por si no lo pillas, te estoy amenazando.

Eternal | La hija de SasukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora