Capítulo 26: ¿Por qué me he hecho esto?

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     —Code —llamó Nanko, bastante más tranquila que antes—. Estoy lista para la operación.

     El chico se acercó hasta donde estaban los Uchihas y Nanko sacó un par de frascos y utensilios quirúrgicos de un pergamino.

     —¿Te quedarás también con el Rinnegan? —preguntó el chico, mientras Nanko se estiraba en el suelo y él agarraba una especie de pinzas.

     —Me quedaré con sus dos ojos, los míos los meteré en ese frasco. —Code asintió y se preparó mentalmente para realizar la operación.

     —No te preocupes, es fácil. Yo le saqué un par de Byakugans a una mujer a los doce años —comentó ella, intentando relajarlo—. Es más, todavía los tengo por casa...

     —¿¡Si es tan fácil por qué no lo haces tú!? —exclamó él. Nanko alzó una ceja. A su compañero, de vez en cuando le daban unos ataques de ira terribles.

     —Dame esas pinzas. —Agarró el utensilio y lo observó con seriedad. —Jamás pensé que me sacaría un ojo a mí misma, qué gracia. —Bajo la atenta mirada de Code, Nanko introdujo las pinzas en la cuenca de su ojo y lo sacó de esta, impasible durante todo el proceso. Agarró el frasco y lo metió ahí. —Te lo he dicho. Extrae el de Sasuke e implántamelo.

     —¿Estás loca? —preguntó él, viendo que la chica se estaba limpiando la sangre de sus manos en su traje. Ella asintió sutilmente.

     —Sí —respondió con seriedad. Él suspiró y se acercó al cadáver de Sasuke. Lo miró, vacilante, e hizo lo que Nanko le había dicho—. Bien, ahora implántamelo, somos familia, así que no debería haber ningún problema.

     —Ten paciencia —susurró él, insertando el órgano en su cuenca—. ¿Lo he hecho bien? —preguntó mientras Nanko parpadeaba y su ojo comenzaba a lagrimear sangre.

     —Sí, está bastante bien —comentó ella, cerrando su ojo y señalando el otro—. Venga, el siguiente.

     —¿Quieres que te saque yo el ojo o lo haces tú? —preguntó el chico.

     —Hazlo tú mejor —ordenó ella. Code refunfuñó por lo bajo e imitó lo que Nanko había hecho. Metió su ojo en el frasco y le extrajo el Rinnesharingan al Uchiha. Lo observó atentamente y no pudo evitar pensar en lo increíble que era ese ojo. Casi imposible de conseguir, tan fuerte pero tan escaso. Irónico, el poder ocular más poderoso estaba destinado a desaparecer.

     En cierta forma estaba contento de que el Rinnegan fuese para Nanko, pero a su vez estaba celoso. La chica tenía tanta maldita suerte que le era hasta repulsivo. Una Uchiha, la única capaz de controlar dos elementos increíblemente fuertes, poseedora del Sharingan, domadora de dragones, portadora de Nayru y capaz de controlar el Karma. Seguramente, la persona más fuerte que jamás se había encontrado. Así que, ¿para qué necesitaría alguien como ella ese Rinnegan?

     Ser tan fuerte era la mayor baza de la Uchiha, pero, a su vez, era la causa de todas sus desgracias. Code no pudo evitar sentir delos de la chica, era increíble, era todo lo que él querría llegar a ser. Incluso su carácter era perfecto para ser ninja.

     —Oye, ¿me quieres robar el Rinnegan o qué? —comentó ella. Code realizó una carcajada sin gracia, ganas no le faltaban.

     —Ya voy, eres muy impaciente. —El chico se acercó a Nanko y agarró el lado izquierdo de su cara para mantenerlo firme, sintiendo como su piel quemaba en contacto con la de la chica.

     Introdujo el ojo y vio como Nanko apretaba la mandíbula, intentando aguantar el dolor, no sabía por qué ese transplante había dolido más que el anterior.

     —¿Nanko? —comentó Code dejando las pinzas a su lado—. Abre los ojos, Nanko —ordenó.

     Nanko sentía como su fuerza disminuía paulatinamente al mismo tiempo que perdía la conciencia. Code agarró la cara de la chica entre sus manos.

     —¿Lo he hecho mal? Dime algo, por favor —susurró él. El cuerpo de la chica se relajó, dejando que su peso reposara en las manos del chico. O se había desmayado, o se había dormido. Pero no quería pensar que había muerto.

     Nanko se despertó abruptamente en un jardín repleto de árboles y flores. Tocó su cara y notó que estaba bastante hinchada, ¿qué había pasado y dónde estaba su compañero? 

     Se levantó lentamente y recorrió el lugar con la mirada. Era enorme, parecía no tener fin, y juraría que lo había visto antes. Giró la cabeza a su derecha y posó su mirada en un riachuelo, cuya agua era tan transparente que dejaba ver a los peces con total claridad.

     Después levantó la mirada y observó el cielo que, pese a que tenía alguna que otra nube, era de un azul precioso. De repente, algunos dragones lo cruzaron. Nanko se planteó que podría haber muerto y, si era sincera, tampoco le parecía del todo mal.

     —¿A que es precioso? —La voz de esa mujer era totalmente reconocible: era la hija de Rufus. Y le estaba hablando desde la copa de un árbol. —Yo lo llamo Eden, sin tilde. —Bajó y se posó delante de Nanko, la sombra del árbol cubría la mitad de su cara. Aun así, la Uchiha pensaba que ambas eran muy similares. —Bueno, mejor dicho: Nosotras lo llamamos Eden.

     —¿Qué quieres decir? ¿Dónde estoy? —cuestionó Nanko, desenvainando su katana. Apuntó a la mujer con el arma y frunció el ceño.

     —Estás en Eden, nuestra primera habilidad única del Mangekyou Sharingan Eterno —respondió ella.

     —¿Nuestra? —masculló la Uchiha, apretando más y más el mango de su katana.

     —Así es, Nanko. —La mujer dio un paso al frente y dejó ver su Rinnegan. —Yo soy tú, 20 años mayor.

     —Imposible... Eres la hija de Rufus, me amenazaste —respondió Nanko, guardando su arma en la funda.

     —Esta es nuestra última habilidad única: el Jikan. —La mujer agarró la barbilla de la joven e hizo que la mirara a los ojos. —Vengo del futuro.

     Nanko pudo ver su cara completamente. Eran muy parecidas entre sí. La mujer activó su Sharingan, que había comenzado a tornarse blanco por el uso continuado del mismo.

     "Así que dice que viene del futuro... Debe estar loca", pensó la chica mientras la mujer seguía apretando su mandíbula.

     Al cabo de unos minutos la soltó y comenzó a reír de una manera un tanto tétrica.

     Al cabo de unos minutos la soltó y comenzó a reír de una manera un tanto tétrica

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Eternal | La hija de SasukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora