Final: No quiero tu futuro.

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     —Está bien, te mostraré los recuerdos de mi futuro. Pero no sé si estás preparada para verlo... —La adulta suspiró cansada.

     —Adelante. No tengo tiempo que perder. —Nanko alzó una ceja y esperó a la mujer, que sonrió de lado de una manera muy cínica.

     —Perfecto —susurró.

     Agarró el brazo de la joven y y lo cortó superficialmente con su katana. La sangre de Nanko comenzó a brotar y la mujer pasó su pulgar por la herida. Esparció la sangre por su mano izquierda y la levantó frente a ellas, creando un portal. Ambas se adentraron en el portal y, al salir de él,  todo lo que las rodeaba eran ruinas. Una Konoha devastada con varias montañas de cadáveres sin nombre.

     —Bienvenida al futuro del que vengo.

     —¿Esto es Konoha? Imposible... —preguntó la menor en un hilo de voz, viendo que todo a su alrededor eran escombros y muerte.

     —¿No lo reconoces? Estás en lo correcto. Esta es la plaza mayor de Konoha y, justo allí —señaló una viga de madera que quedaba en pie—, se alzaba Ichiraku Ramen.

     —¿Qué ha pasado? —Nanko notó que lo que pisaba era más blando que la roca, miró hacia el suelo y se encontró el cadáver de Boruto justo ahí, a sus pies. —¡Boruto! —exclamó, agachándose, intentando reanimarle.

     —Ni lo intentes, ya te lo he dicho, yo le he matado.

     —¿Qué eres, Nanko? —susurró ella—. Más bien, ¿en qué te has convertido?

     —Soy la consecuencia de una infancia feliz, la consecuencia del amor. ¿Sabes que es más fuerte que eso? El miedo. Lo único que te da el amor es una felicidad instantánea, no es necesario. El miedo, por el contrario, te obliga a salir adelante.

     —Eres imbécil —susurró la menor—. ¿Sabes lo que me ha hecho el miedo? Mírame. No tengo nada, miento, lo único que me queda es miedo. Ojalá pudiera ser débil pero feliz.

     —¡Ni se te ocurra decir eso! —La adulta agarró a Nanko del cuello de su camiseta e hizo que la mirase a los ojos. —Tú sin fuerza no eres nada.

     —Por tu culpa. —Nanko se deshizo del agarre de la mujer y observó el lugar de nuevo. No había duda de que las condiciones eran horribles, era hasta aterrador pensar que una vez ahí hubo una aldea tan vivaracha como lo fue Konoha. —¿Qué ha pasado aquí?

     —Kara. Si no hubieses estado en esa organización y conocido a Code, este también habría sido tu futuro.

     —Obviamente, unirme a Kara también era parte de tu plan —susurró—. No quiero tu futuro.

     —¿Y quién en su sano juicio lo haría?

     —No me has entendido. No quiero el futuro que tú me has impuesto.

     —Estás loca —dijo la mujer agarrándola por los hombros —Esto es por lo que he trabajado, no puedes...

     —Déjame hablar —comentó con desprecio—. No quiero tu futuro pero ya me he resignado. De todas formas, ¿qué podría hacer?

     —Exactamente, no puedes hacer nada y yo, por mi parte, debería volver a mi nuevo futuro. Aunque todavía tengo que pedirte algo.

     —Joder, tus cojones son del tamaño del sol. Qué huevos tienes para pedirme algo, ¿no crees? —dijo Nanko, sonriendo de lado.

     —No mueras, por favor. —Al mismo tiempo que la mujer formuló esa frase, desapareció.

     Nanko abrió los ojos, en los brazos de Code. El cual se había quedado dormido sosteniendo del cadáver de la chica.

     —Oye, ¿qué te pasa? —preguntó la Uchiha, levantándose.

     —¡Estás viva! —exclamó él—. Aunque no sé si debería alegrarme o llorar.

     —Te recomiendo llorar, porque tengo un plan y tú no entras en él. Así que debo destruirte —comentó ella.

     —¿Qué clase de plan? —cuestionó Code, sin importarle la amenaza de la chica.

     —Volveré a Konoha y me convertiré en su Hokage. Haré que Naruto abdique —mintió.

     —Te ayudaré, déjame ser tu mano derecha. Puedo ayudarte a escapar de Kara, al fin y al cabo, soy una de las piezas más importantes de la organización. —Nanko pensó en la propuesta un buen rato y asintió.

     Si era sincera, le importaba una mierda ser Hokage en aquel instante. Lo único que quería era volver a Konoha, la aldea que la vio crecer y, muy posiblemente, la vería morir.

     —Te he mentido —dijo ella sin darle importancia—. Me da igual Naruto, lo único que quiero hacer es justamente lo que se me ha prohibido y, para eso, necesito estar sola.

     —Sabes que no puedes desertar de Kara sin mí, ¿verdad?

     —Pues intenta matarme. Soy fuerte, podré contigo.

     —Ya lo sé, ya. No quiero ir contra ti. Ya te dije que tenía mis propios motivos para estar en Kara, así que no te impediré nada. Vete si quieres, pero, la próxima vez que nos veamos, seremos enemigos —habló Code ofreciéndole su mano a la Uchiha. Ella la aceptó.

     —Tranquilo, no habrá próxima vez.

     —¿Qué?

     —Ya lo entenderás. Adiós, Code, un placer haber trabajado contigo —se despidió ella al mismo tiempo que mordía su dedo pulgar e invocaba a uno de sus dragones.

     Subió en su lomo y Code miró a la chica comenzar a volar gracias a su invocación. Se imaginaba lo que iba a hacer y, en cierta forma, lo entendía. Nanko había sufrido tanto que no podía imaginar un mejor final para ella.

     —Ryu, llévame a mi casa —susurró ella.

     El trayecto hacia su hogar se le hizo corto. Y una vez estuvo delante de su casa, abrió la puerta y sonrió.

     Si debía morir, quería que fuese lo más cerca posible del lugar que se lo había dado todo, el lugar donde había estado tanto tiempo, la aldea que más quería: Konoha.

     Si debía morir, quería que fuese lo más cerca posible del lugar que se lo había dado todo, el lugar donde había estado tanto tiempo, la aldea que más quería: Konoha

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Eternal | La hija de SasukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora