Capítulo 12: Sería malo quedarme.

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     Nanko estaba sentada en una silla, mirando seriamente al joven que tenía delante: Shinki. Esperaba a que despertarse para poder interrogarlo, afortunadamente, no tardó demasiado en hacerlo y, su primera reacción fue agarrar del cuello a Nanko y estamparla contra el muro de hormigón.

     —Aprieta más si quieres matarme —sugirió ella. Shinki le hizo caso—. ¿Estás más feliz ahora? —Tosió. —¿Tu padre ya está de vuelta?

     —¡Cállate! ¡Voy a matarte! —exclamó él. Nanko rio.

     —Con esa fuerza no matarías ni a una mosca —respondió ella jocosamente.

     Boruto miraba la escena desde el cristal tintado. Aquella situación se había dado porque Nanko no había querido esposarle, pero, aún así, sentía impotencia al no poder ayudarla.

     —¡Venga! ¡Mátame! —gritó ella—. ¡¿A qué esperas?!

     Shinki soltó de mala manera a la Uchiha, que comenzó a toser de inmediato.

     —Joder... —susurró él—. ¡Joder! —Golpeó la pared, enfadado.

     —¿Te sientes mejor? —masculló la chica, sonriendo de lado—. Pobre Shinki, su padre ha muerto. Qué pena, seguro que los demás mortales no han sufrido nunca. —Chasqueó la lengua. No quería ser demasiado dura con él, pero había matado a cientos de ninjas de la Hoja y planeaba hacerle lo mismo a ella.

     —No sabes lo que siento —dijo Shinki.

     —¿No? ¿No lo sé? Estoy harta de que creas que eres el único que sufre. Gaara también era un buen amigo del Séptimo, y él no ha montado todo esto.

     —Durante la batalla parecías más amable —susurró él.

     —Sé lo que sientes, por eso me puse en tu lugar. Eso sí, si me vuelves a poner un dedo encima... —Activó el Sharingan. —Te mataré. —Frunció el ceño y desactivó su poder ocular. —Siéntate.

     Shinki se sentó en la silla donde había despertado y Nanko, en el borde de la mesa enfrente del chico.

     —Estás como una puta cabra, ¿lo sabes? Hay que hacer algo con esos ataques de ira tuyos... No puedes planear masacrar a cientos de inocentes y salir impune. —La Uchiha acercó su cuerpo hacia él.

     —¿Intentas seducirme o algo así? —preguntó Shinki. Ella agarró la camisa del chico y le atrajo hacia ella.

     —Lo haría si no nos mirasen. —Sonrió de lado. Necesitaba sacarle toda la información posible y lo que mejor funcionaba con los hombres era esa estrategia.

     —¿Cómo hemos llegado a esta situación? —cuestionó él, mirándola a los ojos.

     —¿No te gusta? —Acercó su cara todavía más a la del chico.

     —No he dicho eso —contestó Shinki. La sonrisilla de Nanko se ensanchó.

     —Entonces, dejaremos esto para otro momento y me contarás qué ha pasado. —La Uchiha le soltó y enderezó su espalda.

     —Pregúntale a tu Hokage, él debe saberlo —respondió él de mala manera.

     —Shinki, respóndeme, quedará entre tú y yo.

     —¿Cómo puedes asegurarme eso? —Nanko agarró su manó y realizó una inscripción sobre la palma. Mordió su dedo hasta que salió sangre, hizo una raya en la mano del chico y le miró a los ojos.

     —A partir de ahora, todas nuestras palabras sonarán inconexas, solo nosotros podremos entendernos gracias a la sangre que he puesto en tu mano.

Eternal | La hija de SasukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora