CAPÍTULO III: Sin sacrificio no existe victoria.

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ZEFER

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ZEFER

Podía jurar en ese momento que la habitación comenzó a moverse bajo mis pies. Retrocedí algunos pasos y traté de mantener la compostura, pero el esfuerzo parecía ser inútil. Por suerte, el curandero estaba tan ocupado tratando a la paciente que ni siquiera reparó en mi presencia.

Salí de aquel cuarto y los dejé completamente solos. Sentía claramente como un nudo estaba situado justo debajo de mi garganta, y la presión que se ejercía en esa zona, era algo que me impedía pasar saliva o respirar con normalidad.

De un momento a otro la pequeña cabaña parecía estarse encogiendo así que me vi obligado a salir a tomar algo de aire fresco.

Quizás si alguien me viera en este momento pensaría que mi reacción es exagerada —¿Pero cómo podía mantener la compostura ante tal revelación? —. Estuve errado durante todo este tiempo, Eleonor me vio la cara desde el primer momento y manipuló las cosas a su antojo para atraparme en sus redes.

Me usó y me sujetó tan fuerte que prácticamente me asfixiaba con su simple presencia.

—¿Por qué jamás me di cuenta de esto? —pregunté a medida que sujetaba mi cabeza.

Era alguien en verdad patético.

El remordimiento por todo lo que pasé junto a Eleonor generaba un escozor en mi piel, era casi como si alguien me hubiera puesto dentro de las flamas de una fogata. Pero aquellos recuerdos que venían hacia mí fueron desplazados casi de golpe ya que una pregunta se instaló en mi mente.

—¿Qué pasó con ella?

Si en verdad Eleonor había usurpado el lugar de su gemela, era más que probable que ella hubiera hecho algo para quitarla del medio.

Me quedé parado observando el suelo y tratando de pensar.

—¿Por qué sus padres nunca dejaron salir a ambas al exterior?

Nadie del pueblo sospechó nunca que Arlet y Preston tuvieran dos hijas. Nunca nadie las vio a ambas transitar con libertad por las calles.

—Zefer ¿Qué te sucede?

Extinción, La resistencia avanza [Saga: LVDLO #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora