CAPÍTULO V • El camino que elegí •

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CLEMATIS

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CLEMATIS

Cael y yo atravesamos unos matorrales llenos de espinas. Nuestra ropa se enganchó por apenas unos segundos, pero luego de tirar de ella con fuerza, logramos liberarnos por completo, aunque algunos retazos se quedaron atascados.

Corrimos cada vez más rápido, y cuando estábamos un poco más alejados, escuchamos aquellos matorrales quebrarse producto de la fuerza de aquel animal que nos venía persiguiendo desde hace largo rato.

Todo había ocurrido hace pocos minutos. Despertamos con normalidad, nos sentamos uno junto al otro mientras comíamos unos frutos que encontré el día anterior, y de un momento a otro, Cael se puso pálido de golpe y señaló a mis espaldas.

Al observar en la dirección donde él estaba mirando pude ver a un enorme animal observándonos. La criatura se encontraba desnutrida, incluso a la distancia podía ver a la perfección sus costillas, pero eso no quitaba el echo de que fuera peligroso; sus patas eran grandes y el largo de sus garras sobresalía fuera de estas, clavándose en la tierra. Y sus colmillos se veían intimidantes, tranquilamente podía arrancarte un brazo con ellos.

Miré a Cael y como si ambos estuviéramos conectados telepáticamente, supo que debía hacer. No era prudente, ni mucho menos inteligente, tratar de hacerle frente.

Comenzamos a retroceder lo más lento que pudimos, pero cada vez que dábamos un paso hacia atrás, el animal daba un paso hacia el frente. No nos tomó mucho tiempo entender que era lo que estaba buscando.

Nosotros representábamos un sustancioso aperitivo que posiblemente no volvería a ver en semanas, y éramos la única oportunidad que tenía para no morir de inanición.

Me encontraba corriendo detrás de Cael, él pegó un brinco para alargar aún más la distancia, pero trastabilló un poco en cuanto cayó al suelo, y el corazón prácticamente se me detuvo, pero por suerte se repuso con agilidad y siguió adelante.

Tratar de mantener un ritmo constante en este terreno era imposible, la excesiva cantidad de matorrales, vegetación reseca, enredaderas, y piedras, terminaba desestabilizándonos y generaba que el cansancio fuera aún mayor.

Extinción, La resistencia avanza [Saga: LVDLO #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora