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PROYECTO
1000

‣⩩ 🇲🇽 ¿Qué somos?
Probablemente solo una mota de polvo más en el espacio infinito.
¿Qué no somos?
Seres superiores.

Título: Guerrero; Donají y la historia.

Descripción; Nunca es bueno ocultar la verdad, y es malo decir la verdad a la vez.

Advertencias: todas las anteriores x2.

Donají; Guerrero.
(Idk)

...

—¡Monte Albán!~ — Una pequeña joven buscaba a su hermana mayor en los templos, pues se suponía que ella debió haber llegado a su casa (la pirámide principal) dese hace mucho.

Sinceramente, le importaba poco lo que le sucediera, pero Mixteca estaba un poco paranoico y no quería tolerar a su abuelo.

¡El viejito había mandado alistar a las tropas como si se largaran a la guerra! ¿Qué diablos?

Y a ella la habían llenado de guardias jodidamente inescesarios. Como si se fuera a escapar, por favor.

—¿Donde vergas estas pues?— Avanzó por el espeso bosque selva en el que estaba, hasta que finalmente la encontró.

Tiró la lanza que llevaba consigo.

Su hermana estaba ahí, muerta. Atravesada por una espada enorme en el pecho. La sangre brotaba como fuente de agua, y se esparcia por el huipil que alguna vez fue blanco. Y sus ojos, dios, sus ojos la miraban a ella con odio, como si ella fuera su asesina.

—Es tu culpa.— susurró la otra. —Morí por tu culpa.—  las lágrimas salieron de sus ojos bicolores con fuerza, y cayó de rodillas al suelo.

Luego de eso, despertó.

A pesar de que habían pasado varios años desde la conquista, casí un siglo, esa maldita pesadilla la seguía persiguiendo, cada noche, atormentando sus sueños.

Sentía que algo le quería decir, Pero ¿que?

Todo había cambiado en casi cien años, para bien y para mal. Los indígenas eran despreciados e inferiores, los trataban como la mierda que no eran. En cambio, los peninsulares recibían todo tipo de privilegios y más los que eran parientes de los conquistadores de América.

Nombre del demonio al igual que su vida.

Acapulco, su maldito nombre era Puerto de Acapulco, el más importante de toda Nueva España  junto al de Vera. Por desgracia eran a las que mejor trataban —cuando querían. — y a las que más exigían. Especialmente desde el atentado contra el virrey y los guardias —que gracias a los dioses habían muerto—, los guardias reales les imponían castigos por menor error cometido.

¿Te equivocaste en una puntada? Latigo.
¿Más azúcar en el té de lo normal? Azote.
¿Mala combinación de colores en tus ropajes? Azote y latigazo doble.

Ni el paranoico de su padre, Mitla, había sido así. Lastima que haya muerto en pleno combate.

Se había hecho amiga de todos y cada uno de los reinos de Nueva España —Sus divisiones.— y los conocía bien, pero demasiado bien.

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