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Título: De pañales a juguetes.

Sinopsis: Sí se ponían a pensar detenidamente, no era tan malo que ellos se volvieran bebés de nuevo, ¿!No!?

Nt: Es como una mini historia que por lo menos va a tener cinco partes xd.
Dayra va a dar clases de anatomía señores.

[...]

Desastre: La palabra que definía todo en esas cuatro paredes.

Ok, todos debían mantener la calma. Ese era el primer paso ante todo, según Muy Interesante Junior.

—¡Sur nos va a matar! ¡No quiero morir otra vez!— Gritaba un Azteca corriendo en círculos alrededor de las demás culturas, lo normal.

Que bien cumplían con ese paso...

El paso Dos; debían ver la situación a fondo.

—¡Pinche Maya te dije que ellos no eran tus conejillos de Indias! — La chica de nombre Olmeca regañaba al Maya, junto a la Mixteca que sólo quería darse un tiro. A veces sólo quería desaparecer de este mundo, pero luego veía las mamadas que sus retoños hacían, y pues era su deber como tutora.

¿Qué sería México sin ellos?

El paso tres; Debían analizar la problemática.

—¿¡Ah ora sí yo no? Pero fuera Totonaca... —

—¡Pues sí wey no mames, los transformaste en niños!— Un Zapoteca reclamó mostrando la botella donde la poción que debía ser para Inca, apenas contenía unos cinco mililitros.

Inca era el culpable de todo. Y España. Y el pinche Cruz Azul que no calificó para las finalidades.

¡Eso era fraude!¡¿Donde quedaba el orgullo y valor!?

Y el ultimo paso, cuatro; Buscar la solución.

Io digo que esto es bueno, piensen. Les vamos a dar una infancia bonita, otra vez.— Los demás se miraron de manera cómplice. Tal vez tenía algo de razón, sólo tal vez.

Miraron a los nueve bebés que se mantenían durmiendo pacíficamente, y otros, pues roncaban y pataleaban como si estuvieran luchando. Cuatro niñas, cinco niños. Todos tan distintos.

¿Qué tan malo podía ser?

[...]

Jamás debían hacerle caso a Maya, ni a Azteca. Esos dos no daban ni una.

—¿Apoco ya tuvieron hijos?— Preguntó la capital hacía Azteca, quién venía cargando a una poblana que estaba dormida.

Azteca negó. —Sólo espero que México si me deje tenerla.— y de sólo pensar en eso, hasta el olor de putrefacción llegó a su nariz.

O quizás era Puebla que se había hecho del baño. Maldita mocosa.

¡Se iba a gastar la pensión que el cabeza de algodón le daba en pañales que ni siquiera eran para él!

Idiota el que dio la frutifantastica idea de cuidar a estos niños.

—¿Desde cuando tienen hijos? ¿Donde están los sureños? ¿Y por que hay nueve bebés en los asientos de mis niños?— Inquirió la mexicana del sur que recién llehabs, jugando con una pequeña niña que estaba sentada en el lugar de Campeche.

Analizó la sureña mayor con atención a los demás bebés, y noto rasgos que sólo una madre gallina podía ver. Ahí estaba el mechón de antena de Chiapas, el ruido que hacía Yucátan cuando chupaba su zapato, y también la marca en la mano de Guerrero, que lloraba por todo.

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