15: "Esta semana seré todo tuyo"

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1 de octubre del 2018.

Sebastián Henderson.

Una vez las puertas del elevador se cerraron, Manuel silbó a mi lado y me observó con emoción—. ¿Qué ibas a hacer si yo no aparecía? —cuestionó. Por mi parte, rodé los ojos, sentándome a terminar los raviolis que Victoria había preparado. Aún no entendía porque se había puesto a llorar—. ¿Qué es eso?

—Comida, Manuel, ¿no lo ves? —contesté un tanto malhumorado y él alzo una ceja.

—¿Acaso estás molesto porque interrumpí tu casi beso con esa chica?, o, ¿por qué no te hizo caso y se fue en su moto? —se quedó en silencio, luego sonrió sin apartar la mirada de mí y añadió—: Por cierto, es muy guapa, ¿te parece darme su número cuando ya no te interese? —lo fulminé con la mirada, a lo que él levantó las manos en señal de paz—. Ya entendí, ese es un no. Igual, tenía que intentarlo, pero ya vi que esa preciosura es tu interés amoroso —yo bufé, negando.

—No es mi interés amoroso, no jodas —lo apunté con el tenedor, haciendo que me mirara asustado—. Y su nombre es Victoria, no preciosura —solté amargamente. Él abrió los ojos, sorprendido y noté como comenzó a unir los cabos en su cabeza.

—Espera, ¿Victoria?, ¿la misma Victoria que hace unas semanas no soportabas y que ahora estabas a punto de besarla? —me quedé callado, mientras continué comiendo. Ya tenía una respuesta y me lo confirmó cuando escuché un wow, escandaloso, de su parte—. No te puedo creer Sebastián, es que, sin ofender, pero yo con una chica así, ya hubiera tenido relaciones, claro, si es que ella también quisiera.

—No sé porque no me sorprende lo tuyo, Manuel —respondí sarcásticamente. Apunté el plato que aún tenía comida—. ¿Quieres?

—¿Quién eres y que hiciste con mi amigo? —rodé los ojos, alejándole el platillo, sin embargo, este se quejó, quitándomelo—. Se ven buenos, tengo que probarlos —se sentó a en frente mío, a la vez que llevaba una cucharada a su boca. Luego sonrió hacia mí—. Bueno, bueno, pero estábamos hablando de ti no de mí, así que, sigamos.

—Fuiste tú el que empezó a hablar de ti.

—Dime, ¿ya han follado?, porque, déjame decirte amigo mío, la tensión que había entre ambos se notaba a kilómetros. De hecho, llegué y juré que este lugar se estaba incendiando, ya sabes...

—Eres un exagerado, hombre y, ¿por qué todo lo relacionas con sexo?, ¿tanto te gusta follar? —él me miró, alzando las cejas.

—Primero, no soy exagerado, hasta pensé en llamar a los bomberos —rodé los ojos—. Segundo, lo relacioné con eso, porque lo que tú sientes por ella es solo atracción y creo que por parte de ella es, exactamente, lo mismo. No hay porque confundir las cosas, Sebastián y créeme, necesitan un polvo, sino las cosas que se vendrán serán peores, alivianen esa tensión y listo, todo habrá pasado, ya luego podrán llevarse de nuevo como el perro y el gato —lo ignoré, viendo cómo se llevaba un ravioli a la boca—. Y tercero, no sé, tuve una follamiga que decía que los escorpios son así —al ver que fruncí el ceño, confundido, le restó importancia con la mano—. Cosas de signos. Ey, ¿te puedo hacer una pregunta?

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