07: "Gracias Victoria"

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24 de septiembre del 2018.

Victoria Velarde.

—¿Dónde andabas? —pregunté entrando a la casa de Ezequiel, cuando este me abrió.

—¿Cómo?

—Hace un ratito vine y nadie abrió —mi estómago sonó, así que, sin preguntar, porque hasta ese nivel llegaba la confianza entre nosotros, fui hacia el frutero y saqué un racimo de uvas verdes. Mientras las lavaba, noté como él se rascaba la nuca, nervioso—. ¿Y bueno?

—Solo fui a dar una vuelta. No estaba haciendo nada, así que preferí ir a tomar aire —supe de inmediato que me mentía, pero no insistí, si él no quería decírmelo, sus razones, tendrá y no soy nadie para reclamarle—. Pero bicho, cuéntame cómo te fue con Sebastián —me senté, sintiendo mi cara calentarse, y para pasar desapercibida, tosí echándome aire.

—¿Me puedes dar agua? —él alzó la ceja, dándose cuenta de que algo pasaba, no obstante, no dijo nada y solo me entregó una botella de agua mineral.

—¿Entonces...?

—Pues, nada fuera de lo normal, sigue siendo el mismo idiota de siempre —respondí antes de llevarme la boquilla de la botella a mis labios.

—Pero, ¿está más guapo? —cuestionó Eze con interés a la vez que pelaba un plátano, que sacó del frutero, lentamente. Llevé una uva a mi boca, más nerviosa de lo que debería estar.

—¿Para qué quieres saber? —él, sorprendido por mi respuesta, sonrió coqueto.

—¿Eso es una forma de marcar territorio? —rodé los ojos negando.

—No seas idiota —mascullé—. Pero para qué mentirte, está mucho mejor de lo que lo recordaba. Tiene la mandíbula marcada, su espalda ancha, tiene tremenda musculatura y me di cuenta que tienes dos lunares que la última vez... —me quedé callada al darme cuenta que un poco más y babeaba, por lo que volví a mi postura inicial haciendo que él me mirara alzando una ceja.

—Parece que te gustó, querida.

—Eres un idiota.

—Y no lo negaste —articuló para luego mascar la fruta.

—¡Muchachito, acá estás, ¿acaso no te mandé a...?! —Bianca, su abuela, al verme sonrió y se acercó con una expresión de dulzura—. Hola cariño, ¿Cómo te fue?

—¡Eh!, ¿Por qué a ella la tratas así y a mí me gritas? —mi amigo hizo un puchero y su abuela le pegó en la nuca.

Bianca Adams es la única familia que le queda a mi mejor amigo, debido a que cuando era más pequeño, sufrió un accidente automovilístico junto a sus padres, quienes fallecieron de inmediato en el impacto. Ezequiel corrió con más suerte, ya que simplemente se fracturó un brazo.

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