28: "Quiero ver como te gusta a ti"

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11 de noviembre del 2018.

Victoria Velarde.

—Bicho, tanto que te arreglas para ir a conocer a su familia —comentó Ezequiel moviendo sus cejas coquetamente. Sin hacerle daño le golpeé el hombro y él se quejó sobándose la zona afectada.

—No seas idiota, no es por eso, es solo que uno no puede ir a conocer a alguien con un mal aspecto. Como decía Óscar Wilde, no hay una segunda oportunidad para una primera impresión —me encogí de hombros tomándome el cabello, me miré al espejo y luego a mi amigo—. ¿Mejor con el pelo suelto?

Ladeó su cabeza, observándome detenidamente. Su mirada estaba cargada de dulzura y después sonrió de forma cálida.

—Déjame ayudarte —se posó detrás de mí y tomó un mechón de mi cabello para comenzar a trenzarlo. Me quedé mirando cada uno de sus movimientos por el espejo sin decir nada—. ¿Sabes?, a veces pienso que te terminarás casando con él, y si es así yo quiero ser una de las damas de honor, soy la más importante —me reí y vi como repetía el trenzado en el otro lado.

—No me casaré ni con él ni con nadie. Papá decía que cuando me casara él me llevaría al altar y ahora que no está no quiero que nadie más tome su lugar —Ezequiel tiró de mi mechón a medio trenzar y yo hice una mueca adolorida—. Auch, no seas bruto, idiota.

—Es para que se te ordenen las neuronas y pienses bien —lo fulminé con la mirada por el espejo, él me sacó la lengua infantilmente mientras terminaba de hacerme el pequeño peinado. Cuando lo hizo, unió ambas trenzas por detrás con un broche que me había regalado él en mi cumpleaños número dieciséis y se alejó contemplándome, para finalmente fingir secarse una lágrima.

—Bicho, te ves horrenda —bromeó y yo le mostré el dedo del medio, sonriéndole.

—Oye, ¿has hablado con Macarena?

—Digamos que se desahogó bastante en la fiesta de Halloween —suspiró dudando si decirme lo que se guardaba.

—Escúpelo.

—Creo que deberías hablar con ella y no me refiero a hablar de ti, si no de ella.

—Yo no hablo de mí —entrecerró los ojos en mi dirección.

—Si lo haces, y últimamente te has distanciado un poco de nosotros, bueno, de ella, porque no me importa mucho que te alejes de mí, te he tenido que soportar durante años y no me molesta compartirte —se detuvo respirando hondo—. A lo que iba, sé que tienes que lidiar con tu nuevo trabajo y con Sebastián, pero deberías hacerme caso, no quiero que esto pase a mayores y ya no la podamos ayudar.

—Hablaré con ella, no te preocupes —él asintió y se acercó a besarme la frente.

—¿Me puedes prestar tu moto?

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