02: "La propuesta"

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23 de septiembre del 2018.

Victoria Velarde.

—Así que ese bicharraco estuvo por aquí —murmuró Maca, mientras me ayudaba a acomodar las cosas limpias—. Pobre de ti, su presencia es horrible.

—Es tu hermano —le recordé con una sonrisita.

—Y por eso te compadezco. Yo estoy con él desde que nació y aún no entiendo como no lo he asesinado —negué divertida, sabiendo que ella adora más que nadie a Darío—. Dime por favor que no le darás una oportunidad —suspiré profundamente, terminando de secar el último cubierto e hice un mohín.

—Me parece tierno que quiera conquistarme, pero creo que nosotros dos no tenemos química. No sé, tal vez sea yo —comenté, encogiéndome de hombros. 

—No cariño, créeme que él puede ser muy idiota y todo lo que quieras, pero yo estoy segura, que, hasta él se da cuenta que entre ustedes jamás pasará algo —opinó apoyándose en la mesa alargada que separaba el inicio de la carpa con el pasillo donde transitaba la gente.

—Sí, supongo.

Fijé mi vista detrás de mi amiga, observando a las personas que acababan de llegar. Les sonreí con amabilidad y sin querer parecer juzgona, la recorrí con la mirada, intentando pasar desapercibida. Busqué en lo más profundo de mi memoria algún recuerdo que me dijera de dónde la conocía, ya que el espinazo de que la había visto anteriormente, no desaparecía, sin embargo, no encontré ningún indicio de que aquello hubiera ocurrido.

—Hola, ¿eres tú la encargada de este puesto? —me preguntó con una sonrisa cálida. Antes de responder, mi amiga se dio vuelta maravillada, dejándome confundida.

—¿Giulia? —la chica sonrió aún más, evidentemente emocionada.

—¡Macarena, tanto tiempo sin verte! —mi amiga se acercó a ella y la abrazó efusivamente. El chico de su lado frunció el ceño desconcertado, mientas observaba la escena—. Oh, amor, ella es Macarena Castillo, la hija de Marcos, ¿recuerdas?

Un idiota el padre de Macarena, debo agregar.

—Ah, claro —chasqueó la lengua, esbozando una sonrisa amplia—. Mucho gusto, Macarena —le tendió la mano educadamente, la que mi amiga tomó enseguida. 

—Lo mismo digo...—dejó al aire la frase y noté un pequeño destello de vergüenza—. Disculpa, ¿cómo te llamas?

—Elías Bennet.

Luego de aquella presentación, los tres posaron sus ojos en mí, haciéndome contener la respiración por una milésima de segundo. No obstante, Macarena sonrió con orgullo y me acercó a ella, pasando un brazo por mis hombros, consiguiendo disipar la incomodidad que había sentido hace unos minutos atrás.  

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