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"no necesito un médico" aclara la voz, bebiendo con tranquilidad el zumo.

"apenas puedes mantenerte de pie" interviene el primer hijo, alzando la mirada.

el banco de sangre no responde, viendo la pajilla que alejaba de sus labios.

"mañana vendrán a revisarte"

sigue con sus asuntos, observando el telar que cubría las ventanas, sentado sobre el cómodo sofá. el vampiro continúa escudriñando en la enferma piel que había perdido todo color, la carne hecha hueso y las tonalidades moradas que lo acompañaban.

no lo diría a viva voz pero, había seguido al humano en su rutina matutina dónde, religiosamente, él bebía tres cajas de jugó hecho a base de arándanos. no obstante, ese humano seguía asemejandose a un cadáver.

parecía que su clavícula devoraba el pellejo, y día trás día se mostraba más expuesto.

se arrastraba por los pasillos, fingiendo andar con pereza, sosteniéndose en las paredes y buscando un apoyo a cada paso. pensaba que se derrumbaría con un toque, incluso si un pétalo era su oponente.

cuando salía de una ducha las vértebras de su columna destacaban por su forma que era cubierto rápidamente por una tela holgada.

"(t/n)"

nombró con pesadez, el chico se levantó del mueble dejando a un lado la caja que sostenía y no dirigió sus ojos hacia el vampiro. no estaba sorprendido de que lo llamara por su nombre, simplemente ni siquiera lo había notado.

"¿necesita algo más?"

"acércate"

un suave suspiro de desliza por el ambiente, no tendrá un descanso para recuperar las fuerzas, sus piernas ya se siente muy cansadas y los rayos del sol le advierten que debería estar durmiendo. y aún así, lo hace, obedece a su voz.

trata, realmente lo intenta, pero no puede evitar demostrar que no tener un sustento de estabilidad cercano; lo hace perder la cabeza, y los pies pierden el equilibrio. no es veloz, no está alertado, cae al suelo y sus brazos lo cubren de un golpe a la cabeza. solo puede levantar su torso, las piernas le pesan y son cada vez más ajenas a su cuerpo.

en ese instante sus esferas encuentran ambas perlas oceánicas clavadas en él, no reflejan burla o diversión, tampoco desagrado o asco. no hay tempestad, ni una pizca de hostilidad. siente la diferencia. hay un gran abismo entre ambos, alguien está en posición de sentir incluso lástima por lo que daña, pena por la miseria yaciente, mientras que el otro solo puede odiar y arrepentirse, renegar y llorar.

"ni siquiera eso puedes hacer" y está claro a qué parte pertenece él.

las hebras blondas se riegan sobre sus ojos, acercándose y provocando las ideas fugaces del futuro próximo, cierra los ojos esperando la decisión. al abrirlos puede sujetarse del pecho ajeno, es sostenido como una dama después de una ceremonia nupcial. no puede distinguir la expresión del primer hijo, y aún así sabe que no es una sonrisa.

sigue tomando por los hombros al contrario, sin entender porqué lo lleva a pie en lugar de usar sus habilidades, la razón por la cual lo ayudó cuando semanas atrás lo había dejado a merced del invernal clima.

en este momento... es cálido.

hablemos sin pensar (Diabolik Lovers)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora