hablemos sin pensar (Diabolik Lovers)

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compra la farsa.

la comida, la noche, una cena familiar.

porque Karlheinz no es otro que el monarca del apellido, el rey y amo al cual deben rendir pleitesía. son sus hijos que con rostros monótonos desvirtúan su presencia, sin embargo, él demuestra una sonrisa de encanto.

ambos humanos como ornamentos taciturnos, una dama y varón en lugares opuestos de la mesa. la comida es la misma, por lo que el sabor debería ser igual, pero es agrio y amargo porque no soportan un bocado.

y la puesta en escena continúa, una plática —que si bien puede llamarse monólogo— entre un padre y sus hastiados hijos, culmina cuando el platillo de quien ocupa la silla del anfitrión se vacía. en la mesa imperial se dejan los cubiertos sobre los platos y es retirado aún si la comida permanece intacta.

"acogedor, sin duda, una magnífica cena. permítanme agradecer su generosidad" el líquido rojo se sirve, las copas contienen la cantidad adecuada y el vampiro alza su copa para brindar.

no hay nada especial para celebrar.

solo por cortesía —quizá un temor menguante— los humanos imitan la acción y solo dejaron que un corto trago de vino se filtrara por sus labios.

Yui se levantó de la mesa cubriendo su boca y corrió al baño.

(t/n) miró al vampiro que bebía con facilidad la sangre.

náuseas. pero tragó lo que había y contuvo el gesto de profundo repudio.

"debí mencionar que no era apto para todos" era como una travesura, puesto que esa risilla y mirada de picardía fueron genuinos.

la animosidad acrecentó y cada segundo fue como picar el lomo de un gato, pero el rey de los vampiros era aquello a lo que incluso seis de su especie no podían enfrentarse.

hasta que llegó a su fin, dispuesto a levantarse y despedirse, justo cuando pasaba al lado del muchacho, se inclinó hacia sus hombros y acarició su brazo de arriba a abajo antes de decir.

"es hora de irnos, ¿no es así?"