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respira con lentitud, cada extremidad suave y sin tensión: un descanso sin sueños.

sereno aún cuando no debería estarlo, pues frente a él hay un rostro ensombrecido. su incapacidad de enfrentar a quien aborrece cala sobre su mente.

una mujer similar a sí mismo de la cual no fue nada más que un pájaro cantor, él no debe ser distinto a esa. después de todo, el desastre bajo el vendaje de ese cuello, al cual se impidió saborear por creer que había algo, lo hace reír.

y aprieta.

hay un traqueteo lo cual le resulta irrelevante aún cuando ambas iris se encuentran. ese miserable humano lo intentó, aun si era más débil que un insecto, clavó sus uñas —ah, él mismo las cortó en punta roma. es patético—.

"¿por qué no estás muerto?"

el rostro pierde más color y cedé lentamente. no podía esperar otra cosa de ese parásito en particular, siempre caerá bajo sus manos, y ello lo giba pues pierde fuerza, mas no intención.

muere.

muere ahora.

se ha compartido lo suficiente y no está satisfecho. codicioso y vulgar mocoso que cree que con esas líneas de agua en su rostro puede seguir consiguiendo lo que quiere.

"¡!"

lo suelta, no, se escapa de sus manos. esa deforme figura, esa amorfa cosa que siempre está en su mesa de noche, se hace añicos y cae sobre la cama en la que está solo.

porque el ratón chilla mientras corre, rehuyendo con desespero, lastimado porque las zarpas atravesaron su lomo.

¿es de esta forma en la que huye?

"(t/n)"

ese nombre, sabe amargo en su lengua. lo aborrece tanto como a esa mujer que estaba con alguien más mientras debía su garganta desgarrar.

"¡(T/N)!"

si esos ligeros pies tocan el exterior, los tomará, no es útil como una muñeca pues él desde el comienzo fue una. esa mirada no engaña a nadie, tampoco pretendía hacerlo.

ah, ahora lo entiende, fue así desde el comienzo.

quietud, una cadena no envuelve su tobillo y; sin embargo, ni una solo parte atraviesa aquella salida despejada. un segundo de duda, de conflicto... no importa.

aprehende el cabello y lo arrastra por la habitación, como un viejo juguete de trapo al que no se molesta en levantar.

la habitación se tiñe de rojo.

hedor nauseabundo, una ambrosía sin divinidad, insulsa. ha perdido todo el encanto. el último impacto es contra el espejo, quizá excedido de fuerza pues añicos de cristal caen junto al cuerpo lesionado.

no es suficiente, está podrido.

"siempre comes como un cerdo, ¿ésto saciará tu apetito?" lo sujeta, quiere torcer esa delicada mandíbula de la que cuelga el caliente líquido carmín.

el pedazo de vidrio en su mano realmente está por introducirse en la boca sangrante —la que probaba a menudo con imperiosa necesidad—, va a ser el único que lo vea al dejar ir su último suspiro.

al menos, algo será solo suyo.

¿verdad?

tajo.

por qué. por qué. por qué. ¿qué mierda estás haciendo?

la marioneta exánime ha dejado de serlo, no comprende sus movimientos porque este no es (t/n). no lo es. no cuando coloca esa pálida mano sobre la suya y una hendidura se forma, mientras inútilmente apunta un fragmento del desastre hacia sus ojos.

crugido.

"qué ironía, una perra resistiéndose"

un tercero apareció, no sabe en qué momento, empero fue preciso cuando detuvo las intenciones y dislocó aquella muñeca.

Kanato lo ve, esa inútil arma caer, aquella que apunto a él. una resistencia, más que eso, un intento de contraataque... no distinto al de un animal.

estúpido, ¿por qué hay brillo en esas iris opacas? ¿por qué dejas de ser mío ahora? ¿acaso no eres quien mostraba sus labios y gustosamente saboreaba mis dulces?

hipócrita.

ahora comprende porque ese tierno rostro se ve mejor con lágrimas.

hablemos sin pensar (Diabolik Lovers)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora