(36)

2.5K 340 15
                                    

(t/n) ahora podía explorar la mansión, no habría llanto, ni regaños, solo una paz cernida a su alrededor. no le gustaba recordar los primeros días en ese lugar, pero cuando lo hacía, comenzaba a compararlo con su situación actual.

era tan feliz en ese momento. su pecho solía estar eufórico y cálido, con agradables sentimientos burbujeando constantemente.

ahora podía estar a lado de los hermanos Sakamaki sin temer u odiar. sabía que su realidad aún era muy frágil y podría quebrarse fácilmente, pero había renunciado a ser racional.

así que aceptaba el veneno sobre sus labios.

observó el jardín de bellas hortalizas, girando a su alrededor y sonriendo débilmente. cada pequeña brisa acogedora del crepúsculo se deslizaba y jugaba con su cabellera, el abrigo de algodón también se dejaba llevar por los juegos. (t/n), sin saberlo, se acercó al lugar donde había declarado amar el amanecer y odiar esa mansión.

el recuerdo se desvanecía cuando sus manos tocaron las flores de espinas, aunque la sostuviera entre sus dedos no lo hirieron, ninguna de ellas se incrustó en su carne. Se alejó, satisfecho y dispuesto a volver a la mansión, hasta que su sonrisa se apagó.

ella.

los ojos de cierva, esa débil y lechosa apariencia. la dama que Shuu sostenía con saña, aquella que escuchaba llorar y sollozar.

retrocedió, recordando las palabras y la regla de nunca acercarse a esa mujer. realmente quería marcharse, olvidar la primera grieta de su alegría, pero titubeó y una empatía demasiado pesada bombeo su corazón.

se acercó a un paso lento y ligero, ella alzó la mirada y la culpa invadió los movimientos de él.

esas semanas había ignorado a la huésped, sin tratar ya de acercarse y simplemente enterraba su presencia en la más oscura tiniebla de su memoria.

estiró su mano, ella se inclinó hacia atrás, intentado evitar ese tacto cálido pero él insistió y acarició su cabellera rubia. la dama que se encontraba regada en el suelo tembló al inicio, sin embargo al final lo acepto.

le recordó los días después de abandonar ese lugar al que ni siquiera podía llamar hogar.

el mutismo de ambos fue acompañado por el suave roce de las hojas que volaban. él solo hizo aquello hasta que unas pocas lágrimas cayeron de esas iris magenta.

(t/n) se inclinó, arrodillándose frente a Yui, entonces la abrazo.

la similitud de los días que debía caminar y caminar entre las calles maltrechas con su ropa andrajosa de girones. esos días sin rumbo, aquellos plagados de soledad y desesperanza que fueron opacados cuando encontro las heridas de otros, tan adoloridos como él, tan familiares. donde halló una luz hecha por sombras destrozadas y se unió al calor de una familia conservada por fragmentos unidos con cinta.

la racionalidad y sentimentalismo lo hicieron estrecharla entre sus brazos, decirle con tono amable y doloroso que estaría bien.

ella siguió llorando y él la consoló.

ahora recordaba porque nunca había recibido halagos. sabía que eso no era lo que necesitaba, él solía hacer ésto. consolar y consolar, acurrucar a otros y calmar el pesar.

el crepúsculo los abandonó y al fin ella parecía haber mostrado toda su bruma, agradeciendo entre susurros lastimeros.

"gracias" musitó ella, limpiando su rostro desastroso, con los labios aún temblando entre ellos "gracias, (t/n)-kun"

él no se preguntó cómo sabía su nombre, tampoco era algo importante en realidad "no es nada..." ella hizo un gesto suave, semejante a una pequeña sonrisa.

"Yui, mi nombre es Komori Yui" (t/n) le sonrió, una expresión tan pura y bondadosa que Yui simplemente pudo pensar que era un ángel.

hablemos sin pensar (Diabolik Lovers)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora