Capítulo 14

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•• <<────≪•◦ Dos semanas después ◦•≫────>> ••

—Trata de calmarte Carol —le replica el señor López a su esposa, intentando tranquilizarla.

—No me voy a calmar Patrick, esto ha llegado muy lejos —le responde su esposa que acto seguido abre la puerta de la comisaría.

—Oh, buenas tardes señores. —El detective saluda con serenidad mientras recoge unos papeles del escritorio de su compañero, el oficial Fernández.

—Saludos detective —responde enojada la dama—. Estamos aquí por el caso de nuestros hijos que ya llevan un mes desaparecidos.

—La única que apareció fue mi sobrina Annabelle, y está muerta —añade el tío de Annabelle, quien viene en lugar del padre, debido a que sigue de luto por la muerte de su hija.

El detective no sabe cómo reaccionar ante esta situación repentina, por lo que trata de recuperar la calma para poder articular sus palabras. Él sabe mejor que nadie que esto ya no es coincidencia, y que debe acelerar el paso antes de que sea demasiado tarde. Pero nunca se puede estar seguro de cómo será el futuro.

—Deben recordar que estamos hablando de adolescentes: Siempre hay una posibilidad de que se hayan escapado de casa o algo por el estilo. Y desafortunadamente, su sobrina vio algo que no debía. —Todos fruncen el ceño ante la teoría del detective, pero él no les hace caso y sigue con su explicación—. Eso explicaría por qué solo ella apareció. Y esta podría ser la teoría más probable teniendo en cuenta que los forenses no encontraron drogas en su sangre o señales de una violación.

—¡Yo conozco muy bien a mi hijo! —exclama más que indignado el padre de Jackson—. Él sabe perfectamente las consecuencias y no perdería su tiempo haciendo tal tontería... Yo sé lo que tengo detective.

—A parte, once jóvenes no son un grupo pequeño y pienso que deberían ser fáciles de encontrar —agrega la madre de Elizabeth, pero con un tono de sugerencia comparado con la forma en la que los demás se dirigen al detective.

—Entiendan que sus hijos no son los únicos desaparecidos, perdimos contacto con la unidad de búsqueda y rastreo que enviamos hace unas semanas. —Ante esta nueva noticia, ellos entran en razón y suavizan el tono—. Créanme cuando les digo que su caso no ha quedado en el olvido, y que buscaremos la forma de traerlos a salvo.

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—A veces quisiera saber por qué quieren regresar —comenta Misterio, y hace que los jóvenes se muestran confundidos.

—¿A qué te refieres? —pregunta Nicole.

—Ustedes llevan un mes en este lugar y no veo que sus padres los estén buscando, incluso me atrevo a decir que ni siquiera se tomaron la molestia de reportar su desaparición. —le responde con una sonrisa maliciosa mientras ve cómo algunos bajan la cabeza—. Solo piénsenlo, aquí si se les amerita su esfuerzo y tienen la oportunidad de aprender algo nuevo trabajando en equipo.

—Tonterías! Ellos no se rendirán. Nos van a encontrar y por fin llevarán tu trasero a la cárcel —replicó Manuel, ofendido por lo que dijo Misterio. Pero su enojo se vuelve terror al escuchar la macabra risa de Misterio, claramente burlándose de él.

—Por favor muchachos, todos aquí sabemos que ellos nunca se interesaron por ustedes... Y estoy seguro de que están felices con su ausencia.

—¡Basta! —responde Ámbar tratando de no llorar— Ellos si nos quieren.

—¿En serio?... ¿Y por qué sigues en un lugar desconocido lleno de extraños, casi muriendo de hambre, y sufriendo todos los días cuando sale el sol? Deberías aprender que no siempre habrá alguien que te salve de tus problemas y que debes salir de ellos tú sola. Sin importar el sufrimiento que te provoque, y sin confiar en nadie. Y si aún así crees que es mejor llorar y esperar ayuda, déjame decirte que esa misma mano va a ser la que te dé una bofetada en cuanto tenga la oportunidad.

Michael junto con otros jóvenes vienen a consolarla y ninguno se atreve a responderle a Misterio nuevamente por temor a que les pase lo mismo. Así que se sientan en silencio mientras esperan a que dé la orden de iniciar un nuevo desafío, o mejor dicho, un nuevo método de tortura.

—Bueno, esta charla es muy aburrida y reducimos nuestra hora de juego. Así que lo mejor será que empecemos de una buena vez. —Al finalizar la oración, las luces se apagaron. Y ahora, cada uno de los jóvenes se encuentra colgado boca abajo de una cuerda que está atada a sus tobillos. Y debajo, hay unas púas como las que vieron en el reto de los mosaicos.

—Verán. Intenté ser amable con ustedes y mostrarles el lado bueno de todo esto, pero veo que los humanos nunca cambiarán. Así que hoy aprenderán a valorar las cosas. Los dejaré boca abajo junto con estas púas para que ''les lleguen mejor las ideas''. Y tranquilos, si ya no pueden estar boca abajo... seré tan amable de cortar la cuerda.

—No sé de donde saca estas ideas tan ridículas, ni que fuéramos unos niños para que nos ande castigando —comenta Nicole mientras intenta distraer su mente para no pensar en la presión que siente por estar en esa posición. Mientras tanto, Javier intenta averiguar cómo salir de esta.

—Tranquilos chicos. —Brayan ya no sabe si lo que está diciendo es por el tiempo que lleva boca abajo o por el simple hecho de impresionar a sus compañeros, pero eso no lo detiene y sigue su parloteo—. Ya tengo experiencia en este tipo de cosas y los sacaré en un abrir y cerrar de ojos.

—Déjame adivinar —interrumpe Jackson—. ¿Te solían colgar del hasta de la bandera, cierto?

—Sí... —Brayan desvía la mirada con decepción, sintiéndose algo avergonzado.

—¡Chicos, algo le pasa a Elizabeth! —Ante la preocupación de Ámbar y la insistencia del grupo, Misterio le realiza un rápido escaneo a Elizabeth.

—De hecho... Ella no está muerta, sólo está inconsciente. —Misterio sigue observando desconcertado la situación.

Ante tanto ruido, Elizabeth se despierta acompañada de un bostezo, como si se olvidara de lo que está pasando. Obviamente, esto hace que sus compañeros se queden impresionados y algunos la miren, molestos por el susto que les dio.

—¡¿Cómo puedes dormir así?! —Alexander la regaña con cierto grado de enfado cuando realmente está sorprendido.

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—Bueno muchachos, creo que esto ha sido una pérdida de tiempo. —La púas fueron retiradas y las cuerdas que sujetaban a los jóvenes fueron cortadas, provocando que se golpearan la cabeza contra el suelo.

—No entiendo por qué hiciste esto. —Gabriela se quita lo que queda de la cuerda y se pone de pie— Solo queríamos hablar contigo, así tal vez podríamos ser amigos.

Esto último ya no parece gustarle a Misterio. Más bien, hace que su ira hacia ellos crezca.

—Escucha bien, no estás aquí para tomar té o hacer pulseras de la amistad. De hecho, ya no puedo decir que estén aquí para entretenerme porque cada día me parecen más aburridos. Así que no se sorprendan si alguno de ustedes amanece colgado. Lo único que necesito de ti podría tomarlo en cualquier momento porque no soy tu padre... y mucho menos tu amigo.

Meses De Agonía ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora