Capítulo 1

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El reloj marca las ocho y cuarenta y seis de la noche. Los jóvenes llegaron a la mansión poco antes, pero estuvieron inconscientes hasta ahora.

Han despertado, y aunque los chicos escuchan las voces de sus compañeras, no tienen forma de verse unos a otros, ya que se encuentran separados. Y para peor, las habitaciones donde se encuentran representan un peligro para su salud, encontrándose en un estado casi inhabitable. Ya están orientados, por lo que se encuentran en lo que parece ser la sala principal: Un salón muy amplio, con una iluminación poco intensa cortesía de las luces clásicas que cuelgan de un gran candelabro y un par en las paredes divisoras de color amarrillo pálido detrás de las escaleras por donde bajaron. Cuenta también con muebles de estilo victoriano y cuadros vacíos.

Estando ahí encuentran una carta encima de uno de los muebles. Javier la mira con curiosidad y sin pensarlo dos veces procede a leerla en voz alta.

«Saludos muchachos»

»Espero que disfruten su estadía aquí. Sé que en este momento se encuentran asustados y con muchas dudas, así que les diré lo que necesitan saber.

Ustedes cuentan con dos meses para salir de este lugar con vida, y para mi entretenimiento, se enfrentarán cada día a diversos desafíos. También aprovecho esta oportunidad para mencionar las cinco reglas de las que están sujetos.

*No pueden ingresar a las habitaciones con llave a menos de que les indique que forman parte del reto de ese día.

*Tienen prohibido asomarse por las ventanas o tratar de romperlas.

*Deben realizar todos los retos tal y como yo se los indique.

*Chicos y chicas duermen en habitaciones separadas.

Y la última y más importante...

*Está prohibido tratar de pedir ayuda tanto para los retos como también para tratar de escapar. En todo caso sus teléfonos no les servirán de nada, ya me encargué de eso.»

«Les deseo suerte muchachos. La necesitarán...»

 —Esto tiene que ser una estúpida broma. —Jackson sigue sin poder creer lo que está pasando. Confundido y lleno de ira, arruga la carta y la arroja al mueble donde estaba en un principio.

 —No lo puedo creer —dice Elizabeth desde el costado, con notoria preocupación—. ¿Alguno de ustedes sabe dónde estamos?

  —Ni idea —le responde Alexander—. Lo último que sé es que estaba en mi cuarto jugando videojuegos.

 —¡¿En serio?! —agrega Brayan que lucha por tener la más mínima señal, ignorando casi por completo su situación.

 —¡¿Dónde estoy?! —preguntó una joven que recién acaba de levantarse—. ¡¿Quiénes son ustedes?!

 —Cálmate Annabelle. —Su hermana mayor Taylor, le acaba de dar una bofetada para que entre en razón—. Estoy segura de que hay una buena explicación para todo esto.

 —Estoy de acuerdo con ella. Tenemos que mantener la calma y esperar lo mejor porque no hacemos nada pelando y entrando en pánico. —Aunque Manuel es consciente de la situación, también es consciente del peligro que implica estar en pánico. Para esto último siempre intenta tenerlo todo bajo control, y es por este tipo de cosas que sus padres siempre lo han considerado como alguien bastante maduro para su edad.

De repente, el silencio se ve interrumpido por una extraña voz masculina que resuena en toda la mansión, poniendo a los jóvenes en estado de alerta. Es una voz profunda y autoritaria, pero que al mismo tiempo resulta agradable, logrando captar la atención inmediata de los jóvenes.

 —Saludos muchachos, pueden llamarme Misterio. Y sean bienvenidos a su primer reto. —A pesar de sonar cortés, en realidad no es un tipo cuerdo, y los jóvenes están por descubrirlo—: Pero antes de empezar, debemos apagar la luz~

La luz se corta por unos breves y desesperantes minutos, y al volver, los jóvenes se dan cuenta de que ahora están en habitaciones diferentes. Están llenas de agua, y por alguna razón algunos están sobre unas plataformas de madera, siendo incapaces de ver a sus compañeros.

 —¡¿A qué estás jugando estúpido?! —Jackson está tan confundido como preocupado, y no pierde de vista a la única persona que tiene enfrente, la cual es Alexander que está tan asustado como él.

 —Hum... Ustedes jugarán a un pequeño juego llamado ''Mareas Asesinas''.

 —¿Puedes ser más específico? —le pregunta Nicole a Misterio con los brazos cruzados desde la otra sala.

 —Bueno. —Contiene la risa—. Dos de ustedes ayudarán al resto a liberarse de unos tanques de vidrio. Los que están en aquellos tanques se encuentran atados, y sus rescatistas tendrán que adivinar dónde están ubicados estos tanques. Pero no será fácil.

 —¿Qué quieres decir con eso último? ¡Ya déjate de acertijos! —Elizabeth no confía en lo que su secuestrador acaba de decir, y no piensa dejar ir ningún detalle.

 —Los rescatistas cuentan con un juego de llaves. Suerte adivinado las correctas. —Eso último lo dice para sí mismo y continúa—: Y el agua donde buscarán a sus amigos será turbia, por lo que tendrán que usar el tacto.

 —¿Al menos el agua es segura? —pregunta Gabriela nerviosa.

 —Probablemente no —le responde Misterio—. Sin más que decir, ¡Que comience la diversión! —él deja escapar una risa que congeló la sangre de los jóvenes.

El tiempo empieza a correr y los jóvenes toman tanto aire como pueden antes de sumergirse. Los rescatistas son: Alexande y Jackson en el grupo de hombres; y Taylor y Nicole en el grupo de mujeres. Ellos intentan buscar los tanques donde sus compañeros están presos del pánico, pero el agua al ser turbia les complica el asunto. Saben que están contrarreloj, y se acaban de dar cuenta de que tendrán que ir más profundo, ya que no hay duda de que ahí es donde se encuentran los demás.

Por desgracia Annabelle es claustrofóbica, y ya no soporta estar más tiempo metida en su tanque. Con todas sus fuerzas intenta patear desesperadamente el cristal para salir, pero esto no pasa desapercibido, y Misterio se da cuenta.

 —No, no, no~. Buen intento querida, pero estos cristales están blindados, así que será mejor que no gastes tu oxígeno en tonterías. —Aunque romper las reglas es una sentencia de muerte, Misterio decide contenerse porque de lo contrario, su diversión no duraría mucho.

El tiempo avanza y Alexander logra liberar a sus compañeros con la ayuda de Jackson y así, la habitación donde se encuentran comienza a drenar el agua.

 —Felicitaciones chicos, solo faltan tus compañeros. Si sobreviven —dice este último con una sonrisa siniestra.

Pasan los minutos que parecen horas y la preocupación de los chicos no se hace esperar.

 —Espero que estén bien —dice Brayan quien no deja de mirar el reloj.

 —Yo igual, debieron terminar hace rato —responde Manuel sentado con los brazos cruzados.

Lo que no saben es que sólo falta Gabriela por ser liberada. Las chicas intentan encontrarla y ella no puede pedir ayuda por dos buenas razones; Está prohibido por las reglas que Misterio indicó hace horas, y porque está amordazada. Así que solo le queda esperar, y llorar por la impotencia de no poder hacer nada al respecto.

Pasan los minutos y para su fortuna, Taylor y Nicole la rescatan. Al momento de llegar a la superficie su habitación finalmente comienza a drenar el agua.

 —Felicidades chicas. Gabriela por poco y no lo cuentas. —Misterio empieza a reírse tan solo de imaginar al cadáver de su víctima flotando por la habitación. Pero esto no es tan divertido para ellos, ya que la risa Misterio es tan perturbadora que les congeló la sangre tan solo de escucharla, estremeciendo cada parte de su ser y haciendo que incluso algunos tiemblen.

 —Su cena estará esperándolos en la cocina. Después de comer, les recomiendo que descansen para que mañana puedan seguir entreteniéndome.

Tal y cómo lo dijo Misterio, los jóvenes cenaron, aunque no del todo porque no confiaron tanto en lo que se les presentaba después de lo que pasó. Ahora están en sus habitaciones listos para dormir, o mejor dicho... intentarlo.

Meses De Agonía ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora