•Veintisiete•

3.4K 699 190
                                    

JungKook se sentía realmente culpable por lo sucedido. Continuamente se había preguntado la clase de Alfas que eran los Sanguinem. Su hermano siempre le había dicho que debían huir de ellos basándose en puros rumores, pero… ¿Y si en verdad no era así? Ello era algo que no podía saber a ciencia cierta, pues siempre había visto a los Sanguinem cazando rebeldes en los bosques, ¿cómo serían con alguien que no fuese un rebelde?

Sí, lo que había hecho que JungKook siguiera al Nómada esa noche, fue la tarjeta celeste que este tenía en su bolsillo. Si los Sanguinem en realidad eran Alfas que promovían el orden y la justicia en la sociedad, entonces lo aceptarían y lo guiarían a un lugar mejor. Lamentablemente, no fue así. 

Aquel Nómada no había quebrantado ninguna ley, tenía su tarjeta sellada y no merecía aquel trágico destino. JungKook se sintió perturbado debido a la forma en que el Sanguinem le disparó, lo hizo sin ningún tipo de remordimiento, como si fuese algo que hacía todos los días.

Como si aquello fuese poco, había puesto en peligro la vida de Jimin y también había traicionado la confianza que su hermano le tenía… Una vez más.

Si tan solo no hubiese salido aquella noche del refugio, las cosas habrían sido muy diferentes.

Jimin había pasado gran parte de la noche sollozando y ahora parecía estar teniendo un ataque de nervios. Ninguno de los tres había logrado pegar un ojo en toda la noche a pesar de que se encontraban exhaustos.

El menor temblaba como una hoja mientras repetía una y otra vez: ¿Por qué?

El miedo y la tristeza que salía por sus poros había llegado a los Alfas allí presentes, quienes, aún azorados por el terrible suceso, lo observaban de reojo, pensando qué hacer para calmarlo.

YoonGi también se sentía culpable, pues no debió dejarlos solos con aquel desconocido, pero esa noche, tras ver aquella escena, su lobo simplemente había enloquecido. Apenas si logró controlarlo. Por primera vez estuvo a punto de emerger. La única forma que YoonGi encontró para calmarlo, fue regresando a la cueva y tomando un cuarto de Lupux, no con la intención de dormirlo, sino lo suficiente como para que se controlase.

Las emocionas fuertes cada vez lo desestabilizaban más, y aunque había dejado de tomar Lupux para defender a quienes quería, en aquella ocasión no pudo hacerlo. 

Luego de unos minutos, JungKook finalmente cedió al sueño. Estaba demasiado estresado y ello terminó agotándolo. Por el contrario, Jimin seguía tan nervioso como en el instante en el que había pisado la cueva.

YoonGi no sabía que hacer, debatía internamente en si debía decirle algo que lo calmase, pero tampoco se le ocurría qué decir y en parte era absurdo, nada iba a borrar de la cabeza de Jimin aquella espantosa escena que había presenciado.

Aun así, YoonGi ya no pudo soportarlo. Fue por ello que, inseguro como estaba, se dirigió hacia el menor y sin pensarlo demasiado se recostó a su lado.

Dudoso, estiró la mano hacia él y le dio algunas palmaditas. Bajo su mano, el cuerpo de Jimin temblaba del susto. A causa de ello y tal vez debido a la cercanía, su lobo se removía inquieto, pero no lo suficiente como para que tuviese que marcharse.

Tras ver que Jimin seguía asustado, llevó la mano a sus cabellos y los acarició suavemente. El menor logró sentir el olor del Alfa entrando en cada fibra de su ser, llenándolo poco a poco como un poderoso tónico entrando por sus venas. Aquello lo fue tranquilizando.

YoonGi, quien no fue ajeno a ese sentir, retiró lentamente la mano e intentó alejarse, pues había logrado su cometido y no sabía cuánto tiempo más podría mantenerse tan cerca del muchacho, pero en el mismísimo instante en que se apartó, el miedo de Jimin apareció como si nunca se hubiera disipado.

El último Omega || YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora