•Cuarenta y øchø•

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Cada uno de los Sanguinem estaban reunidos en sus respectivas agrupaciones, todas ellas dispersas en diferentes zonas. Algunas apenas habían llegado y estaban recibiendo instrucciones, sin embargo, otras pocas ya estaban adentradas en el bosque de Hala, entre ellas, la que estaba siendo liderada por YeonJun.

Algunos de ellos se habían topado con un grupo grande de rebeldes armados, los cuales no dudaron en atacar. Nadie en medio de aquella acalorada lucha, tenía un atisbo de compasión, los cuerpos caían sobre la maleza dejando la tierra manchada con aquel líquido espeso y carmín cuyo olor podía ser percibido por cualquier Alfa a varios kilómetros a la redonda.

En ese momento, todo lo que HoSeok podía sentir era el frío, tanto sus manos como sus dedos de los pies estaban entumecidos por completo. Al menos el panorama no era tan terrible como lo había imaginado, pues a pesar de todas las cosas malas que le habían sucedido en las últimas horas, acababa de tener un golpe de suerte, si es que se le podía llamar así. Su grupo había sido uno de los primeros en llegar y tras haberse visto acorralados por rebeldes, habían tenido que dividirse. Todo sucedió demasiado de prisa, no hubo tiempo de planificar, simplemente se dividieron de forma rápida e improvisada. Así es como YeonJun mandó a HoSeok y a Soobin juntos por un lado y él se dirigió con otros Alfas por el camino opuesto.

Sí, estar lejos del líder era realmente bueno para ambos.

Lo primero que HoSeok y Soobin hicieron, fue alejarse del campo de batalla. Ninguno de los dos había dicho una palabra al respecto, simplemente comenzaron a correr, tal vez por instinto o tal vez por temor, ambos estaban desobedeciendo, pero al menos estaban juntos en ello.

Ahora se encontraban refugiados fuera del sendero, ocultos tras las sombras de un imponente tronco.  

—N-no pensé que algo como esto su-sucedería —dijo Soobin mientras sus dientes castañeaban a causa del frío—, aquellos rebeldes es-estaban esparcidos como hormigas.

HoSeok no dijo nada al respecto, solo suspiró y el vapor de agua salió de su boca como si fuese humo.

El mayor de los dos no dejaba de maquinar en su cabeza una forma de alejarse de allí sin darle tiempo a su compañero a que lo delatase. Sabía que Soobin era amable, pero amable no era un sinónimo de desertor. Y a pesar de que ambos habían desobedecido una orden, cualquiera lo hubiese hecho en esa situación, pues de haberse quedado allí, muy posiblemente los habrían matado.

Suspiró. No había forma de huir sin poner en riesgo a Soobin, le costaba admitir que no podía dejarlo a su suerte, después de todo, era su compañero. Siquiera podía llevarlo consigo, era muy consciente de los rastreadores que tenían ambos en sus brazos. En cuanto YeonJun notase que habían huido, era capaz de abandonar la batalla para irlos a cazar. Para él, no había nada peor que un Sanguinem desertor y cobarde. Mucho peor si se trataba de un miembro de su familia.

—HoSeok, di algo por favor, ¿qué deberíamos hacer ahora? —Soobin se notaba asustado. Sabía que la batalla pronto los alcanzaría, los gritos se escuchaban cada vez más cerca. Ambos estaban armados pero nunca habían enfundado un arma, solo la llevaban porque no les había quedado opción. Siquiera estaban seguros de cómo utilizarlas.

—No lo sé, ¡no sé qué hacer! —farfulló HoSeok con desespero—, por el momento quedémonos aquí.  

Soobin instintivamente se ubicó muy cerca de su compañero y de pronto, el silencio fue tal, que pudo escuchar su respiración agitada y los latidos irregulares de su corazón. Estaba temblando, no sabía si era a causa del frío o del miedo. Tal vez era un poco de ambos.  

El silencio se vio prontamente interrumpido por varios murmullos. ¿Qué estaba sucediendo?

Tras mirar en la lejanía, pudieron ver cientos de luces rojas titilando irregular, filtrándose entre la vegetación. Se trataba del armamento de los Sanguinem, habían llegado los demás grupos restantes. Los refuerzos.

El último Omega || YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora