•Treinta y nueve•

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YoonGi y JungKook observaban atentamente los diferentes mercados a su alrededor. Buscaban puntos ciegos y lugares vulnerables en donde se pudiese ingresar a la fuerza y así poder robar comida. Siempre lo habían hecho así y hasta ese momento, nunca habían sido descubiertos. Eran sigilosos y actuaban rápido.

 El problema ahora era Jimin. Este seguía negándose a entrar a robar, decía que debía haber otra forma, que robar estaba mal.

Algo frustrados, continuaron caminando por una calle angosta mientras pensaban qué hacer al respecto. No podían quedarse mucho tiempo, tenían que darse prisa.

Mientras JungKook intentaba persuadir al Omega para que aceptase, YoonGi observaba detenidamente el cómo una mujer y un hombre echaban llave a una puerta y se subían a su automóvil.

Una vez que estos se marcharon, sigilosamente se acercó a la ventana pequeña que estaba cerca de la entrada principal de la vivienda, pues le llamaba la atención que estuviese entre abierta.

Sin siquiera molestarse en avisarle a los menores, caminó hasta allí y miró hacia adentro.

Todo parecía estar en suma quietud, nada indicaba que hubiese alguien más.

Tras tomar cierto envión, dio un pequeño salto y se trepó hasta la ventana.

En ese momento, JungKook levantó la vista y pudo ver a su hermano desapareciendo dentro de la enorme casa ¿Es que a caso se había vuelto loco? Intentó llamarlo pero sus fuertes susurros no fueron escuchados.

Jimin se cubrió la boca de espanto cuando pudo ver a JungKook metiéndose también. ¡Aquella casa que no les pertenecía! Eso también era incorrecto.

En menos de cinco minutos, JungKook se asomó por la ventana y le estiró el brazo a Jimin.

—Ven, no hay nadie aquí. Es peligroso que te quedes esperando afuera.

Jimin negó con la cabeza varias veces pero terminó estirando su pequeño brazo hacia el de JungKook para que lo ayudase a trepar. Tenía miedo de permanecer solo.  

Tras asegurarse de que no hubiese cámaras de seguridad, YoonGi revisó todas las habitaciones y solo cuando vio que realmente la casa estaba vacía, se dirigió finalmente a la cocina en busca de alimentos.

JungKook lo siguió, abrió la nevera y bebió un jugo de naranjas directo del cartón.

—Cuánto hacía que no probaba esto —dijo con cierta nostalgia.

Jimin permanecía quietecito en la sala y observaba las fotos familiares. Se veían tan felices.

—Ayuden a guardar todo lo que crean que nos puede llegar a servir, JungKook, busca abrigos en alguna de las habitaciones —ordenó el mayor.

El nombrado caminó hasta la primer habitación. Había varias mantas sobre una cama matrimonial, pensó que servirían así que tomó algunas y las colocó sobre el sillón de la sala. Justo cuando estaba volviendo para ver si encontraba algo más, vio tras la puerta abierta del baño una enorme tina. ¡Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que se había dado un baño con agua caliente!

Sin pensarlo demasiado, se desvistió en el pasillo y con emoción abrió el grifo de agua. El vapor no tardó en esparcirse.

Jimin, quien permanecía en la sala curioseando, escuchó el sonido del agua correr y se fue a ver lo que estaba sucediendo.

—¿Qué haces, JungKook?

—Necesito darme un baño en una ducha real, seré rápido, lo prometo.

—Yo también quisiera —admitió.

—Pues ven, hay lugar para los dos.

Jimin era pudoroso y no quería que lo viesen desnudo, pero, ¿podía realmente negarse a un baño con agua caliente y shampoo?

El último Omega || YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora