•Cincuenta y siete•

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El doctor anotaba de prisa en una de sus libretas mientras observaba atentamente al joven frente él. Cada tanto se detenía y murmuraba cosas inentendibles para sí mismo, manteniendo el ceño fruncido, en señal de confusión.

—¡Oh por Dios! —Fue lo primero que dijo SeokJin en cuanto vio aquella escena. En seguida avanzó hacia el doctor, quien, con movimientos lentos y calmados, se sacó sus lentes y volteó a ver a qué se debía tanto escándalo.

—¿Qué hacen aquí tan temprano? Les dije que fuesen a descansar —dijo en un tono de voz pausado y sereno.

—¡¿Me quiere explicar el por qué mi sobrino está dentro de una jaula?! —vociferó NamJoon de forma atropellada, conteniendo sus impulsos de abalanzarse hacia aquel que había puesto a TaeHyung en un lugar como ese.

—Creí haberle dicho que íbamos a despertar a su lobo. 

—¡Dijo que nos esperaría! —NamJoon observó a su sobrino y con desespero, le preguntó cómo se sentía. Pero este mantuvo los ojos cerrados y no emitió ningún sonido, tampoco se movió en lo más mínimo.

—Pensé que con las pastillas de Seng tardaría en despertar, pero al parecer fueron muy efectivas —agregó el doctor mientras dejaba sus notas a un lado.

—Eso no explica el por qué está dentro de una jaula. ¡No es un maldito fenómeno de circo!

—Claro que no lo es, por favor, no me mal entienda, solo está encerrado por precaución.

—¿Precaución? Apenas es un jovencito, ¡por el amor de dios! ¿qué daño podría hacer? Libérenlo ya mismo, acaba de pasar por una intervención quirúrgica, no pueden dejarlo allí en el suelo ¡mucho menos encerrado!

De pronto, escucharon a sus espaldas a alguien aclararse la garganta, tras voltear, vieron al jefe de los guardianes nocturnos, Gong-Ji.

Tanto NamJoon como SeokJin se sorprendieron, pues no lo habían visto en ningún momento. Este estaba con un arma tras su espalda, parado en un rincón de la habitación.

—La mayoría suelen ser tranquilos con sus lobos dormidos —dijo Gong-Ji—, pero su personalidad verdadera se refleja solo cuando su animal está despierto, y este puede hacer desastres dependiendo qué tan fuerte es la personalidad del lobo y qué tan alto su rango es.

—¿Qué hace usted aquí? Y ¿Por qué está armado? —NamJoon no podía creer las palabras que acababa de escuchar, ¿rango? ¿Es que no veían que era apenas un adolescente?

—Está cargada con tranquilizantes, no hacen daño, es solo por precaución.

—¿Y pensaba usarlas contra mi…

—Señorita Lee, ¿puede venir un momento? —dijo el doctor a través del intercomunicador, interrumpiendo a NamJoon.  

A la enfermera no le tomó mucho tiempo llegar, pues al cabo de unos segundos, se escucharon sus pisadas acercándose con prisa. Esta tenía uno de sus brazos vendados y oliendo a peróxido de hidrógeno. A través de las gasas se divisaba una herida abierta, la cual aún no dejaba de sangrar.

—¿Qué… qué le ha sucedido? —preguntó SeokJin mientras se cubría la boca con su mano en señal de asombro. Aquella herida era profunda.

—Conocen a TaeHyung. Pero no conocen a su lobo. La herida de la señorita Lee es una muestra fehaciente del poder de un animal cuando se le da vía libre.

—No… No lo creo, eso… eso es imposible —NamJoon estaba demasiado nervioso y a causa de ello, hizo una estupidez. Tal vez la falta de sueño; las miserias que había pasado en los últimos días, sus miedos, la incertidumbre, o el solo hecho de que quien estaba tras las rejas, era alguien muy querido. Porque a pesar de que se le habían mostrado pruebas, no las quiso creer, y aún así decidió acercarse al jovencito, quien estando tan sereno e indefenso dentro de aquella jaula, aparentaba siquiera poder hacerle daño a una mosca. Pero en cuanto este sintió una presencia acercándose atropelladamente hacia él, abrió los ojos de par en par.

El último Omega || YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora