•Sesenta y døs•

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El camino de regreso fue demasiado silencioso. Cada uno estaba sumergido en sus propias inquietudes, sobre todo el Omega, quien venía caminando a paso lento detrás de sus amigos.

Este no lo podía evitar, sentía cada uno de sus músculos agarrotados debido al serpenteo nervioso que corría a través de él.

Un remolino de emociones pululaba en el aire pesado, porque, a decir verdad, todos estaban tensos, incluso el ánimo tranquilo y apacible del profesor, se veía notoriamente turbado cada vez que observaba de reojo al Omega.

SeokJin estaba seguro de que algo le estaba afectando y no necesitaba ser muy intuitivo para saber qué cosa era, pues el señor Moon, quien se lo conocía como el gran sabio de la aldea, no le había dicho nada favorable.

A YoonGi le sudaban las manos, tragaba con dificultad cada vez que sentía la mirada de NamJoon o de Jin depositadas sobre él, podía sentir también los nervios de Jimin y eso no lo ayudaba a calmarse. ¿Debería decirle algo? Pensaba. Pero la mera idea le provocaba un nudo en el estómago.

Las palabras del anciano aún lo atormentaban, estaba confundido, no sabía qué hacer. De lo único que estaba seguro era que no quería calmar a Jimin en su celo. No así, no por obligación, él quería estar seguro de que el Omega le quería.

El Alfa temblaba de tan solo imaginarse junto a Jimin durante su celo sin supresores, lo imaginaba rogándole; pidiéndole entre sollozos que lo calmase. No, aquello no era ni agradable, ni placentero en lo absoluto. Si Jimin le rogaba algo como ello, significaba que no iba a estar en pleno uso de sus facultades mentales, porque él no era así, más bien, todo lo contrario. Jimin era reservado, inocente y muy tímido.  

El Alfa había prometido cuidarlo y esperarlo con paciencia, y sabía que la mayoría de las veces, de quien lo iba a tener que proteger, era de sí mismo. No podía simplemente satisfacerlo como algo mecánico o por instinto, tal vez un lobo lo haría, pero no su lado humano y racional, tenía sentimientos muy grandes para con Jimin y sentía un profundo temor de herirlo, de hacer algo que el Omega lamentase después.

Como si todas aquellas preocupaciones no le fuesen suficiente, podía sentir el miedo y el nerviosismo que el Omega estaba sintiendo en ese momento, y ello, solo le afirmaba que él tampoco quería, que no estaba listo. Ninguno de los dos estaba listo.

Cuando estaban a punto de llegar, Jimin tomó a Jin del abrigo y lo hizo retroceder varios pasos.

—Jin —susurró.

—¿Qué sucede? ¿Te encuentras bien? —preguntó con una voz tranquila y serena intentando apaciguar sus nervios.

—Yo… Ne-necesito que me hagas un favor.

—Lo que sea, pídemelo.

—Yo… No sé cómo decirte esto, pero… ¿Me dejarías dormir contigo y con NamJoon a partir de ahora? 

—¿Te refieres a que quieres cambiarte a nuestra cabaña?

Jimin asintió.

En ese momento, YoonGi, quien había logrado escuchar todo, se sintió muy herido. Lo primero que atinó a hacer fue a caminar a paso rápido hasta su cabaña sin mirar atrás, mientras en su cabeza retumbaban las más dañinas de las palabras.

"No tenía opción, por ello te eligió".

Jin, ajeno a la reacción de YoonGi, acarició los cabellos del Omega y le sonrió.

—Claro que puedes, trae tu mochila y tu abrigo, te estaremos esperando.

En seguida Jimin corrió hacia la cabaña a buscar sus pertenencias, aunque segundos antes de entrar, se detuvo. Allí, respiró profundamente para luego exhalar con suma lentitud. El saber que YoonGi estaría allí esperándolo y que le exigiría alguna explicación del por qué se estaba yendo, le provocaba un nudo en su estómago.

El último Omega || YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora