•Døce•

3.6K 743 176
                                    

SeoJun solía adentrarse al bosque de Hala a juntar Hipéricos para crear sus hierbas medicinales, este era uno de los pocos Alfas que quedaban en Nueva Corea dedicados a la medicina naturista. Se encontraba realmente emocionado debido al descubrimiento de una gran plantación de Hipéricos en el norte del bosque, el cual le iba a servir para tratar a sus pacientes.

Estaba concentrado cortando las hierbas con suma delicadeza cuando escuchó no muy lejos de allí un leve sollozo. Curioso por saber de qué se trataba, dejó a un lado sus utencillos y caminó hacia donde el llanto provenía procurando guardar la distancia, ya que no sabía con lo que podría encontrarse.

Tras asomarse con cuidado tras un matorral, pudo ver a un muchachito, sollozando a los pies de un gran árbol.

Avanzó hacia él para socorrerlo, pero el joven se levantó y comenzó a adentrarse más en las profundidades del bosque. Lo siguió varios pasos, lo había visto tan ensimismado en su tristeza, que sintió curiosidad por él, ¿qué haría un muchacho en medio del bosque? ¿Qué sería aquello que lo ponía tan triste?

Por un momento pensó en llamarlo para que detuviese sus pasos, este cada vez avanzaba con más prisa como si estuviese huyendo de algo, pero Justo en ese momento, una leve brisa llegó hasta el Alfa y con ella, un aroma dulce, el cual jamás había olido antes.

Cuando el joven detuvo sus pasos abruptamente, SeoJun se escondió tras un árbol, siendo incapaz de enfrentarlo. Estaba realmente confundido.

No se atrevía a acercarse al jovencito, pues lo que tenía prácticamente frente a él, no era un Alfa.

Asombrado, lo observó con embelesa, haciéndose mil preguntas en su mente confundida. Pero entonces, la tormenta la cual había cesado por unos instantes, se tornó amenazante y en menos de segundos, el muchachito echó a correr, dejando al Alfa atrás.

SeoJun regresó por donde había venido abandonando todos los Hipéricos que había logrado juntar con esfuerzo, corrió hasta el pavimento donde había dejado su automóvil aparcado y aceleró en dirección a su casa.

Por su mente solo pasaba una cosa: Si aquel jovencito no era un Alfa, entonces debía ser un Omega. Sí, por primera vez en toda su existencia se había cruzado con uno, pero ¿no se suponía que ya no existían? Aun así no le encontraba ninguna otra explicación.

Al llegar, lo primero que hizo fue correr hacia donde su laptop holográfica se encontraba y escribió: “Omegas”.

Resopló con evidente frustración al notar que lo único que se decía de ellos era que habían sido extintos a causa de una afección. Nada que no hubiese aprendido en la escuela, puras palabras inservibles carentes de detalles, como si fuese un pecado recordarlos.

Si bien intentó buscar palabras diferentes como la anatomía de los Omegas o su olor, se terminó dando por vencido con la búsqueda, pues solo se recalcaba que habían sido débiles e innecesarios y que se habían extinguido porque así debía ser.

Claro que no podía dejar las cosas como estaban. En seguida se acordó de que uno de sus compañeros de universidad, estaba trabajando en un laboratorio del sector cuatro, y que seguramente él tendría más conocimientos al respecto, quizá le podría aclarar alguna de sus tantas dudas, o simplemente convencerlo de que había tenido una visión a causa del contacto excesivo con los Hipéricos. Así que sin dar muchas vueltas, tomó nuevamente su abrigo y se marchó.  

SeoJun solo una vez había estado en el sector cuatro, y no era de extrañarse, pues él pertenecía a uno de los sectores más subdesarrollados que había, el siete. Dicho sector era mal visto por aquellos poderosos e influyentes Alfas del sector privilegiado.

El último Omega || YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora