1."Familia"

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Virginia, EE.UU... Año 1657

"Era de noche, sonaban las campanas de la Iglesia principal de la ciudad, algo retumbante, y hasta terrorífico llegaba a ser. Había gran conmoción en las calles, todos corrían aterrorizados, temiendo por sus vidas y la de sus seres queridos. En la ciudad parecía haber algo maligno que acaba con todo a su paso. Todos se refugian del peligro en la Iglesia, pensando que así escaparían de un trágico y cruel final. La Iglesia estaba a no poder más, dada la masividad de personas que había allí adentro. Para sumarle más terror al momento, se había desatado una aterradora tormenta con colosales rayos, capaces de acabar con la tierra entera, acompañados de unos relámpagos y truenos capaces de dejar ciego y sordo a cualquiera. En uno de esos momentos en que un rayo se hizo ver, se pudo vislumbrar la figura de dos personas femeninas en una de las vitrinas de aquella edificación; todos observaron, pensando que ya estaban a salvo, pero por el contrario, parecía que la fiesta del terror aún no había comenzado. Una de aquellas dos féminas rompió aquella vitrina de un solo golpe, bajaron de un salto cayendo ante aquella atemorizada multitud...
—¡Son las Facinelly, estamos salvados! —Exclamó una señora perdida entre la multitud.

Efectivamente, eran Yilian y Diana, las hermanas Facinelly, pero no estaban allí exactamente para salvar a aquellas personas, por el contrario. Las hermanas Facinelly se miraron y con una sonrisa maligna y un gran brillo en sus ojos, les fueron a arriba a aquellas personas. Se alimentaban como si no lo hubieran hecho durante siglos, algunos lograban salir huyendo de la iglesia, pero ninguno pudo escapar de los colmillos del dúo perfecto que hacían Diana y Yilian Facinelly. En menos de 72 horas estas dos muchachas, ellas solas, acabaron con el ahora estado de Virginia."

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Diana

Marcos narraba tan bien la historia, tanto, que me hacía recordar un poco aquel entonces en el que mi hermana Yilian y yo acabamos con el pueblo entero, aunque siendo sincera, hay cosas que aún no recuerdo del todo.
Sí recuerdo a Peter reprendiéndonos por cometer ese acto criminal, pero sí les digo algo, eso se había sentido tan bien, que realmente no me molestaría volver a hacerlo.

Se dice que lo que tengo que hacer es lo contrario, proteger sin medida alguna a la humanidad. Pero los humanos se han vuelto muy arrogantes y mal agradecidos, no se merecen la vida en este mundo.

—¡Muy bien Marcos, muy buen relato! —La voz chillona de la profesora me sacó de mis pensamientos y presté atención a la escena—. ¿Dónde lo has conseguido? —Interrogó al muchacho.

Marcos miró hacia las mesas finales, donde estábamos sentadas Yilian y yo, mi hermana lo observaba con una pícara sonrisa, ambas con un deje de complicidad...

—Pues verá usted profesora, el dato lo conseguí de un vagabundo que merodeaba por los alrededores de mi casa, pero la pregunta es: ¿Será verdad lo que ha dicho el pobre anciano decrépito? —Habló él sin dejar de ver a la profesora, con despreocupación.

—¿No crees que no saber la fuente real de tus relatos, puede llegar a ser peligroso? —La mujer bajó su cabeza para observar a nuestro amigo por encima de los anteojos que llevaba puestos.

Él estaba en las mesas del centro del aula, así lo había querido esa bruja luego de pillarnos varias veces hablando y riendo, mientras ella intentaba dar su clase.

Pude ver como él mordía su labio inferior. Al maldito le gustaba la profesora y para nada lo ocultaba.

—No estoy viendo nada de peligroso en eso profesora, es más, parece de lo más divertido ¿no crees Diana? —mi hermana se puso de pie para defender al muchacho, mientras me miraba con una sonrisa traviesa.

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