Diana
No me percaté en que momento mi cuerpo se desplomó. Solo recuerdo que alguien me zarandeaba de un lado a otro, y me daban leves golpes en la cara. Me desperté, como si no hubiese podido hacerlo durante siglos, dando un fuerte suspiro.
—Al fin, ya me tenías preocupado. ¿¿Estás bien?? —fue Danny el que me habló en ese momento. Me sentó para que tomara mejor el aire ya que estaba hiperventilando.
—¿Qué demonios hacen aquí? ¿Y cómo carajos entraron? —dije con la respiración entrecortada producto a la falta de aire que tenía.
—Hey tranquila nena, solo hemos vuelto para percatarnos que estabas bien. No tenías un muy buen aspecto, aún no lo tienes... —dijo Damon, señalando mi brazo y mis fachas. —Además, has dejado la puerta abierta. —sonrió.
—Ok. Ya hicieron lo que querían, ahora salgan ya pueden retirarse. —les dije, intentando ser amable.
—Pero no estás bien. —insistió el que estaba a mi lado.
—Os he dicho que... —apareció nuevamente el dolor, pero subiendo el rango de intensidad, y a lo único que atiné fue a cerrar mis ojos fuertemente e inclinarme hacía adelante.
—¡¿Qué sucede?! —preguntó tomándome de un hombro e inclinándose hacia abajo, tratando de hacer contacto visual conmigo.
—Necesito que se vayan y me dejen sola. —dije en un hilo de voz pero ambos lograron escucharme.
—Ni pensarlo, estás mal. No nos vamos. —ese tal Danny no se rendía, ni pensaba hacerlo.
—¿Por qué carajos ustedes los hombres cuando se les dice algo no escuchan? ¡¡Qué se vayan joder!! —grité ya enojada.
—¿Tienes algún familiar al cuál contactar? —insistió. El otro solo se limitaba a quedarse parado en la salida del baño y no decir nada.
—¿¿Ustedes no entienden verdad?? —El dolor se intensificó, aún más, y solté un grito desgarrador que no pude ni intentar ahogar.
—Ok, vamos a llevarte a la cama ¿vale? —no pude ni responderle, no tenía aire, no tenía fuerzas, y yo solo quería desaparecer.
Él me tomó en sus brazos, y me llevó a la cama, me recostó, y acomodó lo mejor posible...
—Maldita sea esta mierda... —susurré aún con mis ojos cerrados.
—¿Quieres que llamemos a alguien? —volvió a preguntar Danny.
—No lo necesito, ya pueden irse. ¡Por Dios! Mierda...
El dolor solo me empeoraba, y solo iba subiendo su intensidad.
A pesar de tener mis ojos cerrados, pude notar que Danny divisó mi teléfono móvil, lo tomó junto a uno de mis dedos, para el reconocimiento dactilar. No pude objetar ni quejarme de su acción, de pronto todo estaba negro y no escuchaba nada a mi alrededor.—¿Qué has hecho? —dije al ver que colgaba mi teléfono, mientras yo recobraba la consciencia.
—He llamado a tu familia, no te preocupes, estarás bien. —dijo Danny.
—Genial... —dije molesta.
††
—¡¿Diana?! —gritó Peter entrando a la habitación. —¿Estás bien nena?
A ver, no es que esté molesta todo el rato con mi padre, solo que mientras no sea necesario, no le digo "padre", sino que lo llamo por su nombre.
—¡Esto es increíble! —dije molesta al ver entrar a mis hermanas detrás de Peter.
—¿Muchachos, podéis esperar afuera? —habló Yilian a los chicos que me acompañaban.
Ví a Danny dudar unos segundos, no quería salir de allí.
—Acompañennos por favor. —ahora Alison habló, tomando el hombro de Danny.
Mis hermanas menores salieron junto a los chicos, quedándose Yilian y Peter conmigo—Diana tienes que beber de la sangre de tu hermana... —insistió Peter una vez que los chicos estuvieron fuera, pero lo interrumpí.
—Ya te he dicho que no o qué no entiendes. —espeté molesta.
—Diana, ya, en serio. ¡¿Qué no ves que estás sufriendo?! —habló Yilian con esa voz para convencerme, pero yo no quería curarme.
—Me da igual. Dejenme, pueden irse. —dije mirando a un lado.
—¿No entiendes verdad? Puedes estarte jugando la vida Diana. —dijo Peter, un poco subido de tono.
—¡ME DA IGUAL! —grité. —Ahhh...
Me encogí tratando de soportar el dolor, pero definitivamente era más, pero mucho más fuerte que antes.
—¡¡Diana!! Yilian, dame tu brazo.
††
Desperté y noté que el dolor había desaparecido, observé mi brazo y la herida había desaparecido casi totalmente. En ese momento me molesté bastante.
—¿Ustedes simplemente no pueden hacer caso a lo que una les dice? —dije molesta.
—¿Y dejarte morir? —rió sarcástico.
—Si es lo que decido sí. —contraataqué. —Tú mejor que nadie deberías saberlo, eres doctor ¿¿no??
—Entérate de que no eres mi paciente. Eres mi hija y me da igual que quieras aceptar o no mi ayuda, siempre veré porque estés bien, lo quieras o no lo quieras. —dijo molesto y dolido por mis palabras.
—¡Está bien! —me levanté de la cama. —Ya hicieron lo que querían, ahora pueden retirarse y dejarme en paz. —dije señalando la puerta del cuarto.
—¡Diana estás siendo egoísta! —me gritó Yilian.
—¡Oh! ¿Yo egoísta? ¿Yo egoísta en serio? —dije sin poder creer que dijeran eso. —Soy yo la que sufre, es a mí a la que violan y soy yo la egoísta ¿¿Ah?? —dije tan rápido que ni me percaté de lo que dije. Yilian y Peter no salían del asombro.
—Espera... que te sucedió qué. —Tartamudeó mi hermana.
—¿De qué estás hablando? —dijo Peter sin entender lo que decía.
—Olvídenlo, como ya les dije. No tiene arreglo, ya pasó y no hay vuelta atrás. —dije luego de largar un suspiro.
—Diana, hablemos nena. —mi padre tomó mi brazo, y en un movimiento, que yo misma hice, la manga del albornoz se deslizó por mi brazo, dejando al descubierto mi hombro y también parte de mi brazo.
Miré la zona descubierta, y luego a mi padre y hermana. Ella se llevó sus manos a la boca, la cual se había abierto involuntariamente, al tiempo que sus ojos se llenaban de lágrimas. Mi padre tenía sus ojos clavados en la zona de mi cuerpo descubierta, y vi sus ojos humedeserse. Mi pecho dolió y sentí que quería llorar hasta morir. Pero no podía mostrarme débil, ante nadie, incluso mi padre y hermanas.—¡BASTA PETER! —le grité, evitando que mi voz saliera quebrada y solloza. —Ya dije que no quiero hablar o que no entiendes —tomé algo de ropa y me metí al baño.
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WarDay
RandomUna familia: cuatro hermanas y su padre. Un cambio drástico les dará la vida, por desiciones de terceros. Poderes sobrenaturales; magia negra y blanca. Brujas, hechiceros, licántropos y vampiros. Una guerra movida por la envidia, el rencor, el resen...