Diana.
—¡Hey! ¡De qué coño va todo esto¡ —dije fría y autoritaria, llamando la atención de ambos.
—¡Diana...! —Lisbeth pareció recordar que yo estaba allí. —Ahmm este... —tartamudeó. Miré a Hades de forma asesina, a lo que se sorprendió un poco.
Espero que no haya sido demasiado. Aún no me alimento, y tengo el instinto asesino a flor de piel.
—A mí no me mires. Pregúntale a ella. Es amiga tuya ¿no? —miró a Lisbeth sonriendo y ella a él como si quisiese destriparlo en este instante.
—Dejen de jugar y digan sobre que hablan. —dije molesta.
—Es Hades, él está intentando seducirte como hace con las demás chicas. Luego te ilusionas y él... acaba humillándote. —terminó agachando su cabeza y desviando su mirada a un lado.
—Diciéndolo de esa forma me haces parecer el malo de la película. —su expresión era seria, pero su tono era burlón.
—¡Eres el maldito Diablo de la película! —le espetó molesta, en un tono que hizo a todos voltearse hacia nosotros. Ella se levantó apoyando sus manos sobre la mesa inclinándose hacia adelante, quedando un poco más cerca que antes. —¡Eres un maldito imbécil. Dios sin sentimientos! —él se sorprendió un poco por el enfrentamiento que le hacía la chica. Ella le sostuvo la mirada. —¡Creeme, me encargaré de hacer tu miserable vida, aún más miserable! —le susurró firme y se fue.
—Aún te gusto. Lo veo en tus ojos. —le gritó sonriéndole descaradamente.
—¡Que te den por culo hijo del Diablo! —gritó sacándole el dedo estando aún de espaldas.
—No sé a lo que juegas niño. Pero creeme que te estas metiendo con la chica equivocada.
—¿Lo dices por Beentt? Por favor, no es capaz ni de matar un mosquito.
—No lo digo por ella, aunque creo que fácilmente podrá acabar con tu existencia. En este caso hablo por mí. No me conoces de nada, así que, te conviene seguir mi consejo de dejarme en paz pueblerino.
Me levanté y salí de esa cafetería, ya todos comenzaban a mirarme raro, y lo odiaba.
Lisbeth, esa chica definitivamente es de las mías, pero me esconde algo, y mi instinto me dice que no es nada agradable.
El resto de la tarde Lisbeth me estuvo evitando. Y pues no me quedaba más remedio que esperar a volver de Italia.
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—Hasta que al fin llegas nena. —gritó Yilian corriendo hacia mí con sus brazos extendidos, dispuesta a abrazarme.
—Nada de abrazos Yilian. —dije levantando las manos, para impedir que me abrazara.
Ella se detuvo en seco. —Olvidaba lo odiosa que llegabas a ser. —dijo arrugando su nariz.
—Te ves adorable cuando haces eso. —le sonreí falsamente y me sacó la lengua. Observé a Alison.
—Sabíamos que vendrías. No necesitamos de la videncia de Alison para saberlo. Así que deja de querer asesinarla. —me dijo Yilian sonriendo y la miré mal.
—¡Te he dicho que no me leas la mente! -me quejé.
—Ok, ok. Solo baja la guardia. Aunque sea solo un poco ¿vale?
—Solo quiero terminar esto.
Entramos al auto que nos esperaba fuera del aeropuerto privado.
—Y bien. ¿Dónde están nuestros clientes? -dije simulando interés.
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WarDay
AléatoireUna familia: cuatro hermanas y su padre. Un cambio drástico les dará la vida, por desiciones de terceros. Poderes sobrenaturales; magia negra y blanca. Brujas, hechiceros, licántropos y vampiros. Una guerra movida por la envidia, el rencor, el resen...