Diana
Tomé las llaves del auto, y mi cartera de mano, y salí.
—Cuando decidan irse, me avisan para volver. —dije al ver a mi padre y hermanas en la pequeña sala de estar que había en la habitación. Luego de hablar salí.
Llegaba al estacionamiento, pero antes de alcanzar mi auto, sentí como me agarraban del brazo y me voltean hacia atrás.
—¡¡Diana espera!! —era Yilian. Sus ojos y nariz estaban rojos, como si hubiese estado llorando.
—Quiero estar sola Yilian. —la voz me tembló un poco.
—Te he dejado sola demasiado tiempo. —dijo triste. —Vamos, demos una paseo.
—Yilian en serio, necesito estar sola. —le pedí.
—Por lo menos a mí no me alejes, no quiero que pienses que estás sola en esto. Por favor nena. —me tendió la mano.
—Ok vamos. —dije luego de dudarlo unos minutos.
En el camino, iba mirando el recorrido a través de la ventanilla del auto. No veía nada en especifico, solo tenía dirigida mi vista hacia afuera. Estaba muy confundida, sentía como si estuviese en una mala pesadilla de la cual no podía despertarme.
Yilian me miró y luego tomó mi mano, estrechándola levemente. Decidió ir a un río que estaba cerca, donde caía una cascada bastante alta. Aparcamos el auto y nos sentamos a la orilla del río, un poco cerca de la cascada, luego de unos 20 minutos, ella decidió hablar.
—¿¡Hey!? ¿Estás ahí? —preguntó ella con una sonrisa.
—Lamentablemente si. —dije tratando de devolvérsela, pero solo salió una mueca.
—¿Lo mataste? —preguntó dudando si lo hacía o no, luego de un silencio incómodo.
—Desaparecieron antes. —frunció su ceño extrañada por lo que acababa de escuchar, pero no intervino, lo cual agradecí.
—¿Quieres contarme cómo pasó? —me preguntó luego de unos segundos. Lo pensé y no pude evitar que mis lágrimas brotaran de mis ojos. —Si no quieres entiendo, no te estoy forzando. —dijo con voz dulce.
—No, está bien. Hablemos. —decidí hablar y desahogarme un poco.
—De acuerdo.
—Fue asqueroso Yilian. —tardé un par de minutos en hablar. —Ocho manos tocándome, cuatro bocas besándome... —comencé a llorar mientras recordaba. —Lo peor de todo es que no podía hacer nada a pesar de ser consciente de todo lo que me hacían; algo me dieron que me dejó en un punto que ni siquiera podía moverme... No lo hicieron solo una vez Yilian, fueron interminables veces, ni siquiera pude mantener una cuenta, solo quería que ese momento terminaba.
—¡Oh Diana! —dijo asombrada que fueran cuatro tipos.
—Me doy asco a mí misma Yilian, me siento sucia por dentro y por fuera... me siento como... como una perra Yilian. No puedo siquiera pararme frente a un espejo un par de segundos sin revivir ese momento y sentirme real, pero realmente asquerosa. —no quería ver la cara de mi hermana. No quería ver la lástima en su rostro, eso me terminaría de fastidiar. Y agradecí que no hubiese hablado en ese momento. —Sabes mejor que nadie lo que a mí me encantan los chicos, y que disfrutaba bastante de un buen rato de sexo... ahora no puedo ni estar cerca de un hombre; no resisto ni oler ni ver a un hombre. Estos tipos me jodieron la vida Yilian. —dije entre lágrimas.
—Diana yo... yo. —intentó ella.
—Fueron cuatro asquerosos tipos Yilian... ¡¡cuatro!! —enfaticé mirándola esta vez. —Dios, no te imaginas lo asqueroso que fue. —dije aún llorando y entre sollozos. —No sabes que es saber que te están abusando, querer con todas tus fuerzas hacer algo para impedirlo, y no poder si quiera mover un solo músculo. Lo que más deseo en estos momentos es morirme...

ESTÁS LEYENDO
WarDay
De TodoUna familia: cuatro hermanas y su padre. Un cambio drástico les dará la vida, por desiciones de terceros. Poderes sobrenaturales; magia negra y blanca. Brujas, hechiceros, licántropos y vampiros. Una guerra movida por la envidia, el rencor, el resen...