24. "No confío en nada ni nadie."

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Diana

Estaba bajo la ducha, con la frente pegada a la pared y mirando hacia el suelo. Tenía fuertes mareos y náuseas, almenos la pared era un buen apoyo.
No acababa de comprender que estaba haciendo Emmett acá en Virginia. Y lo otro, ya de seguro Peter sabe sobre mi frecuencia al bar. Por ende, que me la paso casi todos los días ebria.
Necesitaba alcohol, y él se había encargado de medio vaciar la alacena de licorería, con tal que yo no bebiera. Por lo que no me quedaba de otra que ir al bar de Emmett. Uno de los mejores de todo el estado.
Realmente moverme de Falls Church hasta el bar, era un poco complicado, pero me las ingeniaba para ello.

Terminé de larvar mi cuerpo y salí a la habitación. Me vestí con ropa tres o cuatro tallas más grande de la que usaba. Se había agudizado mi sed, así que baje a la despensa. Era tarde, casi la una de la madrugada. Así que todos ya debían estar en sus respectivas habitaciones.

-¡Diana! -Mierda. Escucharlo hizo que me diera taquicardia.

-¡No tengo ganas de hablar contigo Danny! -Mentiras. Quería verlo besarlo y abrazarlo. Pero después del día de la previa, me había dedicado a evitarlo a toda costa, con la esperanza que disminuyera estás ganas locas de tenerlo cerca.

En vano. Porque las ansias de estar con él no hacían más que aumentar a cada segundo que pasaba sin verlo.

-¡¿Se puede saber qué te pasa?! Llevas evitándome toda la semana. -Me seguía, yo solo bajaba las escaleras.

-No tengo deseos de hablar con nadie. Danny.

-¿Estás bien? -Supongo que mi andar no está del todo bien.

-Estoy perfecta. -Puto karma. Me mareé perdiendo un poco el equilibrio.

-¡Hey! -Me agarró entre sus brazos para que no cayera-. ¡Diana!

-¡Mierda!

-Has bebido demasiado.

-No como quisiera... Mmm. Tengo sed.

-¿Quieres una bolsa? -Asentí ante la interrogante del chico-. Espera, siéntate aquí.

Me sentó en una especie de saliente de piedra, de la propia pared, que había cerca de nosotros. Le tomó menos de un minuto regresar ante mí con la bolsa de sangre.

-Aquí tienes. -se agachó ante mis piernas cerradas, y me entregó la bolsa, luego de abrirla.

-Gracias.

La tomé, mientras comenzaba a sacar mi lado demoníaco, algo normal al ser vampira. Lo único que cambia es que el color de mi iris se teñía de un rojo intenso, como fuego. Danny me miraba embobado, parecía un niño cuando observa animados o un acto de magia.

-¡¿Qué pasa?! -Le pregunté al ver su cara de vicio.

-Nada, no es nada -dijo moviendo la cabeza un par de veces hacia los lados-. No consigo dejar de embobarme cada vez que te veo alimentándote.

-¿O sea que, entras en una especie de... "trance" -pensé un poco buscando una palabra y haciendo comillas en el aire con los dedos, al mencionar la palabra "trance"-, cuando me ves alimentándome? -le dije sonriendo.

-Bueno, digamos que tú haces que mi cuerpo entre en trance y olvide que hay un mundo retorcido allí afuera.

-¡¿Sábes que diciendo eso, puedo usarte para lo que yo desee verdad?!

-Soy todo tuyo. Úsame en lo que quieras y para lo que quieras.

No sé que me sucedió. Pero me dejé llevar por el impulso y la temperatura que comenzaba a tomar mi cuerpo, desde el momento que me tocó. Besé al chico que tenía en frente, a lo que él se sorprendió. Lo vi dudar al inicio pero no demoró en tomar el ritmo.

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