20. "Humanidad activada"

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Danny

  Necesitaba hablar con Diana. No he podido hablar con ella en condiciones. Y luego de ser levantado su "castigo", no la he visto fuera de su habitación.
  Entré a la sala de clases, en la que estábamos hacía unos minutos. Había visto que ella se quedó. Para cuándo entré, ella estaba arremetiendo contra el corazón del profesor.
  Intenté detenerla, pero estaba decidida a matarlo.
  De un momento a otro se desplomó en el suelo, perdiendo el conocimiento.

  —¿Qué le sucede? —Preguntó el Dr. Pierce.

  —No se preocupe Doctor. Ella estará bien, disculpe el ataque. Está muy inestable.

  Peter nos había puesto al tanto del plan que tenía con este hombre, para la recuperación de Diana. Al parecer a ella no le han dicho nada.

  —Ya sé. No te preocupes por eso —dijo el profesor mirando hacia la puerta—. Ahora, llévala a otro lugar, o los encontraran en este estado.

  —Vale.

  Tomé a Diana en brazos y salí. La llevé al pequeño bosque, para que tomara aire fresco.
  Recosté a la chica en el suelo, apoyando su cabeza sobre mis muslos. Y por primera vez en dos días, me detuve a detallarla completamente.
  Estaba pálida, demasiado pálida, sus labios estaban secos, cuarteados y partidos. La piel de sus manos y cara estaba muy seca, y cómo que se creaban escamaciones sobre esta.
  Noté que estaba más delgada de lo que ya se veía. Levanté su sweater y su abdomen estaba muy excavado, con la piel seca. Parecía que se estaba dissecando, estado de deshidratación en los humanos, que en nosotros es peor. Normalmente así castigaban a nuestra raza.

  Intenté sentir y escuchar el fluido de su sangre, y el latido del corazón; no sentí su sangre fluir, al contrario, sus vasos sanguíneos estaban colapsando, y el latido de su corazón era casi imperceptible.

  —¿Pero qué? —me alarmé al darme cuenta lo que ella quería.

  Mordí mi muñeca, y la coloqué sobre la boca entre abierta de Diana.

  —Vamos Diana, bebe...

  Al principio se resistía,  pero luego de caer la primera gota de sangre en su boca, comenzó a beber de mí con ímpetu. Unos segundos después, se aferró a mi mano, y succionó con más fuerza.

  Abrió los ojos, tenían un color rojo, intenso como el fuego, su esclerótica estaba inyectada en sangre, y se notaban vasos sanguíneos al rededor de sus cuencas orbitarias. Adoraba verla así, su lado salvaje, primitivo, feroz, demoníaco. Me fascina en todas sus facetas. Niña mimada; vampira asesina despiadada; mujer empoderada; vampira sexy y candente; son demasiadas, y en todas me hace perder la noción del tiempo y el espacio.

  Realmente estaba embobado mirándola. Verla así, era como tener una visión del paraiso, con ese frenesí endemoniado.
  De momento, ambos cruzamos nuestras miradas. Noté como todo comenzaba a cambiar. Como esa frialdad que la inundaba se iba, dando paso a ese brillo que tanto caracterizaba su mirada. Podía notar el éxtasis, el placer que le daba alimentarse.
  Me sentí débil. Le estaba alimentando de mi propia sangre, lo que significaba que yo estaba perdiendo fuerzas. Ella pareció notarlo y vi el temor que se cruzó en su mirada momentáneamente.

  Con esfuerzo, soltó mi mano y se incorporó, sentándose sobre sus piernas y muslos, de frente a mí.

  —¿Estás bien? —Tocó mi mejilla en una tierna caricia, para sujetar mi rostro con ambas manos.

  Su voz ahora era la de antes, cálida y dulce. Su rostro antes sombrío, ahora se llenó de luz, y su mirada dejó de ser tan sombría.

  —¿Estás bien tú? —le pregunté, aumentando el contacto de mi rostro con sus manos. Extrañaba esto.

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