17. "¡¿Nena?!"

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Diana

Desperté con dolor en todo el cuerpo. La cabeza me daba vueltas. Realmente no quería despertar. Todo sería perfecto si no lo hubiese hecho, al menos no en las próximas décadas.

—¿Estás bien nena? —me preguntó Yilian, quien no estaba sola. Will también estaba en mi habitación. El solo hecho de verlas produjo de la nada que reapareciera el dolor raro en mi estómago, a la vez que aparecían lágrimas en mis ojos.

—Déjenme sola. —solo atine a decir.

—¿Qué sucedió afuera, en el bosque? —comenzó a indagar.

—Nada. Déjenme sola. —no quería recordar lo que acababa de pasar, menos hablar sobre ello. —Necesito estar sola.

Me levanté y me metí al baño, sin dar tiempo a que hicieran otra pregunta.

—¡Hey! Nena... Sé que quieres estar sola, pero necesito preguntarte algo. —me habló Yilian luego de un par de minutos, tras dos toques a la puerta.

Me miraba en el espejo de medio cuerpo que había sobre el lavabo. Me venían a la mente los recuerdos de aquel día, y lo que me había sucedido hacía un par de horas.

Me enfurecí y rompí el cristal, con la jabonera que había en la meseta de mármol. ¿Por qué me sucedía esto?

—Sal de aquí Yilian, no quiero hacerte daño.

—Pero nena... necesitas..

—¡Te he dicho que salgas!

Grité enfurecida lanzando una bola de fuego, que provino de mi mano derecha, hacia la puerta. La puerta salió volando, golpeando a Yilian quien también salió disparada por la fuerza de mi ataque, arrastrándola por el suelo.

Se repuso en pié, en medio de la habitación.

—Lo siento Yilian... no he querido hacerte daño. —dije con par de lágrimas en mis ojos que me imposibilitaba ver bien.

—Estoy bien. Solo trata de calmarte. —intentó acercarse lentamente, tratando no alterarme.
Mis manos estaban prendidas en fuego y  mi cuerpo desprendían alguna que otra llama que se deshacía en el aire.

—¡Sal de aquí Yilian! —dije tratando de contener la rabia que comenzaba a circular en mí.

—Diana... solo guarda calma... Respira profundo y ten calma.

—Es lo que menos quiero tener en estos momentos. —dije furiosa. —No quiero herirte Yilian... sal de aquí.

—No me iré hasta que logres calmarte. —insistió ella.

—Tú lo has pedido.

De la nada comencé a lanzarle fuego a mi hermana y esta trataba de esquivarlo, pero aún así, no salía de la habitación. La cosas caían y se rompían dejando la habitación hecha un desastre.

Me enfurecí al ver su terquedad en quedarse, por lo que hice un halo de fuego de un metro de grosor, alrededor de ella.
Ningún vampiro o híbrido, soporta la cercanía del fuego. Más bien, le temen. Pero, yo, soy la única que no lo hace. De hecho, me fascina el cuello.

Digamos que al ser maldecida por las brujas Kayro, simplemente completaron en mí, lo que yo ya era.
Salí de la habitación a velocidad. Cuando llegué a la planta baja estaban Peter y Will esperándome.

—¡Déjenme avanzar!

—Estás fuera de control Diana. No puedo dejarte salir de esa manera. —habló Will.

—¿Qué fue lo que sucedió nena? —dijo Peter con un tono lastimero en su voz.

—¡Ya basta! —grité rabiosa lanzando un adorno que había sobre un soporte a un metro de mi. —Ya paren de llamarme así. ¡¿NENA?! —dije con sarcasmo. —No soy una niña. Ya basta todos ustedes de montarse todo este teatro, de qué... ¡¿qué se preocupan por mí?! Eso es una maldita mentira. —seguía destrozando cosas. Adornos, cuadros, cualquier cosa que pudiese aventar lo aventaba.

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