Diana.
Marcos, ese jodido chico lo descubrí hurgando en mi casa, buscando en la oficina, sabe dios que cosas. Quise saber que leches estaba buscando pero simplemente me atacó, Yilian entraba en ese momento y ambas lo detuvimos.
En fin, entre tanto y tanto, en el piso principal se había formado reguero de sangre, más del que me hubiese gustado tener. Ya luego de un rato golpeando a ese tipo, torturandolo para que hablara por lo que realmente se había acercado a nosotras; me había percatado que mi brazo dolía. No me había dado cuenta que ese imbécil me había mordido.
Yilian me insistió en que fuera a vendarme, y no tuve remedio. Si no quería discutir con ella, tenía que hacerle caso.Cuando subí, los vi ahí, parados frente a mí a la salida del pasillo que daba cobertura a las celdas. Realmente no me sorprendía verlos. Sabía que en cualquier momento las niñas se aparecerían con Peter para intentar persuadirnos a encender nuestra humanidad y dejar de ser tan perras de una vez.
—Hola chicas, padre. ¿Qué hacen aquí abajo? —dije yo muy normal, con una sonrisa forzada en mi cara.
—¿Qué sucedió aquí Diana? ¿Y qué le sucedió a tu brazo? —Peter preguntó, supuse que para tratar de entender lo que sucedía en nuestra casa, pero a mí me había sonado más profunda la pregunta.
«¿Qué pasó? Me han jodido, me han jodido hasta el fondo.»
Miré mi brazo y luego a mi padre. —¡Ah. Esto! Pues verás que nos han atacado a Yilian y a mí, y nos hemos defendido, ya sabes cómo es eso ¿No?
—¿Dónde está Yilian? —preguntó Will.
—Yilian está adentro con ese hijo de puta. —dije sin darle la importancia que realmente ameritaba.
—¿Qué sucedió con tu brazo? ¡Exactamente! —Peter comenzaba a estresarme.
—Bueeeno. —largué la palabra más de lo que debí. —El que nos atacó era un hombre-lobo, me ha mordido y ahora tengo su maldito veneno en la sangre, voy a arriba a limpiarme. Vayan a ver cómo va Yilian con ese maldito, y si le ha podido sacar algo. —dije lo más amable que pude, pero solo quedó en un intento de aparentar que todo estaba bien. Lejos de eso, mi voz salió más irónica y fría de lo que quería.
No es que me molestara, pero no quería indagaciones sobre mi comportamiento, no ahora.—¿Ya bebiste de la sangre de Yilian? —«no padre, no lo he hecho.»
—Nop... —salió de mi boca, totalmente indiferente. «Mierda, acababa de llegar y ya lo hice enojar.»
—¿Por qué no lo hiciste? —indagó con claro enojo.
—Bueno, no lo hice, uno, porque no quise, y dos, porque no es necesario y lo sabes. Solo necesito de la sangre de Yilian cuando es su veneno el que entra en mi torrente sanguíneo. —expliqué cansada de hacerlo cada vez que un lobo o híbrido cualquiera, me muerde y sus mierdas quedan impregnadas en mi sangre.
—Tu cuerpo, aunque no lo aceptes, cada vez es más susceptible al veneno de lobo. Debes beber de la sangre de Yilian, aunque pienses que no es necesario. —dijo tocando una de sus cienes, tratando de calmarse. Le estaba haciendo perder la paciencia, pero ¿qué era eso comparado con lo que yo he perdido?
«Mierda y más mierda, Peter para con todo esto, no tengo ánimos de discutir.»
—No te preocupes que yo estoy súper bien, así que no hay de qué preocuparse. Ahora, permítanme limpiar ésta herida, luego bajo a ayudarles con el loco que está ahí adentro. —dije lo más indiferente que pude sonar y salí, casi huyendo de allí.
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WarDay
RandomUna familia: cuatro hermanas y su padre. Un cambio drástico les dará la vida, por desiciones de terceros. Poderes sobrenaturales; magia negra y blanca. Brujas, hechiceros, licántropos y vampiros. Una guerra movida por la envidia, el rencor, el resen...