Desierto #1

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Anteriormente...

Sparta tenía problemas para subirse al animal, pero justo cuando Kamal iba a ayudarle Raptor lo repelió con una sola mirada que expresaba un mensaje para nada difícil de captar:

"Aléjate"

Retrocedió de inmediato y le dejó a Raptor ayudar a su novio. 

– Sparta... – lo tomó del brazo y lo tiró hacia abajo para susurrarle. – ¿Por qué le coqueteas a este tipo? creí que teníamos una relación...

– Solo le hago cumplidos, no me gusta.  

– Le coqueteas.  

– Raptorcito, una cosa es encontrar atractivo a alguien y otra es amarlo.

– ¿No me encuentras atractivo? 

– Claro que sí, no te hagas ideas equivocadas... – le acarició el cabello al mayor. – eres muy guapo. 

– Mmm, ok. – le sonrió de vuelta y fue a subirse a su camello. 

Clarissa miró y analizó atentamente a cada animal. Miró cada detalle. Lo que pasaba es que no era muy raro encontrarse con camellos maltratados a la hora de hacer un tour por el desierto. 

Estos por suerte se veían en bien estado.

– Pareces que los has cuidado bien... ¿verdad, Kamal? – sonrió cínicamente y se acercó su guadaña al cuerpo. 

– ¡Sí, sí! jeje... – se puso nervioso. No era porque en realidad los trataba mal, era por la tan filosa guadaña que tenía ante sus ojos. – oye, Clarissa, toma. – le entregó un arma.

– ¿¡Para qué me entregas esto?! – casi la bota al tenerla en sus manos. 

– Tu compañero azabache también debería tener una. – se refirió a Ram. 

– Creo que ya sé de qué hablas...  

– Los dromedarios salvajes. 

– Sí 

– Entonces sabes lo peligrosos que son. 

– ... – esperaba no tener que disparar esa arma. 

– Pueden hacerle daño a nuestros dromedarios. Y no solo a ellos.

– Pero se ven poco. 

– Es solo por si se los pillan. Nunca se sabe. – se encogió de hombros.

La chica se guardó la pistola en la mochila con mala cara. 

– Vale... – se subió a su dromedario. 

Una vez que todos estaban arriba, empezaron con su viaje.

– Hay que adentrarnos en él, no quedarnos cerca de la ciudad. Así que nos tardaremos unas horas en tomar distancia. – dijo Trolli, que iba al frente. – Mike, ¿estás bien? 

– Sí, no te preocupes por mí. 

– Diría que somos unos pana frescos, pero somos pana fritos. – Fran se estaba derritiendo. 

– ¿Se pusieron todos bloqueador? 

Todos asintieron.
Como siempre, Aga, Ela y Fran grababan. El pelimorado capturaba unas buenas tomas con su dron. Ram observaba de vez en cuando a su novio, no quería que le volviera a faltar azúcar.


2 horas después, 21:00
  

Ya había anochecido, andaban con linternas.

– Ya perdimos completamente la ciudad. – dijo Timba. – se ve vegetación de vez en cuando, pero hubo una parte que no tenía nada, solo dunas. – pensó. – ¿Cuándo podremos descansar?

– Oh vamos, solo van 2 horas. – suspiró Trolli. – ¿Mike?

– ¡Sí Trolli, estoy bien! – ya estaba harto de que le preguntara.

A la hora siguiente detuvieron su andar para buscar un lugar para dormir. Se bajaron de los camellos y los amarraron a una palmera.

– Siento mi trasero plano... – bufó Acenix. La silla del camello en verdad era incómoda. 

– ¡A ver! – le dio una nalgada. – ¡no, para nada! – rio.

– Oye... – recordó el "Hola amor, ¿Cómo te la estás pasando? 😘❤". – por favor no hagas eso. 

– ¿Ah?... ¿te enojaste conmigo?

– Jon, hablaremos más tarde.

– Ok – miró al suelo pensando en lo que sea que hubiera echo.

– ¡Tenemos que hacer fuego o nos congelaremos! – dijo Timba temiendo por la salud de Rius.

– Yo me encargo. Haré un arco, para eso debe ser la cuerda en la mochila. – Víctor tomó su cuchillo y fue a por un arbusto. Cortó una rama y ató cada extremo.

– Uuh, ¡bien hecho Vic!

– Gracias Mayito, pero espera a que lo encienda. – puso un palo horizontal en el suelo y le puso hojas secas, y el vertical lo usó para hacer la fricción. Sujetó el soporte y tomó el arco para moverlo con rapidez.

Le costó unos intentos pero una chispa encendió. Levantó lo seco y lo sopló. Finalmente le puso unas ramitas secas y consiguió un buen fuego.

– ¡Bien Víctor! – Timba le palmeó la espalda. – vamos pollito, ponte cerca.

– No tengo tanto frío, Timbi.

– Pero lo tendrás, así que ahí. 

– Agh, bueno. 

A Sparta se le ocurrió una forma de poner la olla. Fue a por unas piedras, las puso a los lados del fuego y con unas ramas más gruesas hizo una especie de tabla. Puso la olla encima y con un cuchillo abrió una lata para después vaciarla.

– Que ingenioso. – halagó Raptor.

Mike se acercó a su novio y lo tiró de la mano con algo de timidez.

– ¿Mikel? ¿te pasa algo?

– M-me... me duele. 

– Uff, ¿mucho?

– Un poco... – no quería preocuparlo demás.

– Ven aquí. – se sentó con él. – no quiero sacarte la chaqueta porque hace frío... 

– Solo quiero estar contigo. – se apegó al pecho del azabache.

Trolli miró de reojo a Aga, quien se acercó un poco.

– ¿Qué le pasa al señor Mikecrack?

– Sabes muy bien lo que le pasa. – gruñó.

– ¿Tiene sueño?

– No, le duele su quemadura.

– ¿Tiene una quemadura?

– ... – quería putearlo, pero no le contestó y esperó a que se fuera con los demás.

– No le digas nada malo. – pidió Mike.

– Eso hago, pero me estresa mucho.

– No seas vinagre...

– Duerme, Mikel. Te hará sentir mejor.

– Ok

Reality show ~| los CoMPaS|~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora