Bogotá #2

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Anteriormente...

– ... Volveré cuando tenga un poco de dinero para ver si lo has logrado y sino no te preocupes, que esto es a la suerte la verdad.

– Extrañaba tu lado dulce, Timbi. – le besó. – no perdamos más tiempo.

– Vale, adiós.

– Adiós...

Se separaron y se pusieron en marcha. Si no conseguía que lo llevaran a algún centro para niños, por lo menos le donarían dinero, así que no había mucho por donde errarle.

Con el mayictor, estos dos ya se habían puesto en marcha.

– No pensé que esto se podría encontrar en la basura... – sacó un colchón, en perfecto estado.

– La gente tira de todo, Mayito. Ese colchón nos servirá por lo menos para no dormir tan incómodos.

– ¿Y la comida? ¿y el calor? – cuando preguntó lo último vio la mirada pícara de Víctor y se sonrojó un poco.

– Jaja⁓, tranquilo. Pues... ¿cuánto cuesta un cobertor?

– No creo que sea suficiente, Vic.

– ¿Saco de dormir?

– Mmm, nop.

– ¿No hay ningún cobertor en la basura? Bueno.

– Sí hay, pero están muy sucios. El colchón era lo único rescatable.

– Hum, no queda de otra, a pedir dinero se ha dicho.

– ¿Y la comida?

– ... Ve a un restaurante, pide las verduras o platos que no les sirvan.

– Debes estar bromeando.

– Entenderás mejor cuando lo veas por tu cuenta.

– Como digas. – bufó. – ¿entonces lo que harás será conseguir dinero para el cobertor?

– Y tú comida gratis. No es tan complicado, creo que lo lograremos.

– Sí, pero empecemos ya que casi es de medio día.

Trolli y Mike se fueron por caminos diferentes, pero establecieron un punto de encuentro. Los dos encontraron trabajos simples. Mike se puso a lavar platos en un restaurante, la verdad era una paga pequeña pero valía la pena.

– ... – Mayo tocaba la puerta trasera del restaurante. El chef le abrió.

– Esta puerta es solo para personal.

– Disculpe, vengo a buscar los desechos en estado... comestible.

– Ah, entiendo, ya vuelvo.

– ... ¡¿Mayo?! – Mike escuchó su voz y se acercó a la puerta.

– ¡Hombre! ¿¡Qué haces aquí?!

– Lavo los platos. Así que pidiendo comida, ¿eh?...

– Idea de Vic.

– No está nada mal. Trolli y yo preferimos usar una estrategia un poco más esforzada.

– Vic también fue intentando buscar algún trabajo. Intenta comprar un cobertor. – rio. – encontramos un colchón en la basura.

– A eso le llamo suerte.

El chef volvió con una porción en un envase de goma.

– ¿Qué es?

– Algunas nuguets no muy bien echas, pero comestibles, un poco de pollo que quedó algo salado y un poco de tomate que está algo feo porque no ha madurado lo suficiente. Si lo poníamos en un plato iba a afear todo.

– ... Vic tenía razón. – le dio las gracias al chef, se despidió de Mike y regresó.

Ya eran las 5 de la tarde, y Rius ya había conseguido dinero pero nada más.
Por su lado, Raptor y Sparta no habían logrado absolutamente nada.

– Joder, ¿no tienes alguna idea?

– ... No. – desvió la mirada.

– Casi ni me intentas ayudar, mechero.

– ¿En qué te podía ayudar un estúpido niño?

– No sigas con eso, por lo menos intentemos no pasar una noche tan mala.

– Bueno, podríamos escondernos en un supermercado.

– Esa es la idea más rara que he escuchado.

– Piensa un poco; compramos algo barato para comer, entramos al mall, nos ocultamos, cierran, vamos a la sección de las camas, dormimos como reyes, luego nos volvemos a ocultar para que no se note que pasamos la noche ahí, nos mezclamos con la gente y volvemos al punto de encuentro.

– ... Bebé, eres un maldito genio.

Compraron una bolsita de doritoz, como diría Ambrosio, una botellita de agua y como ya no les quedaba dinero se conformaron con eso y entraron al mall.

Ya estaba anocheciendo, y las parejas que se habían separado se iban juntando.
Rius no había tenido suerte, pero de repente un hombre le habló:

– ¿Menor de edad? ¿Qué le pasó a tus padres, chico?

– Están muertos...

– Oh, lo siento mucho.

– P-puede... ¿llevarme a algún lugar seguro, por favor? Se lo agradecería mucho, no quiero pasar la noche en la calle.

– ¿Hablas de un orfanato? Por supuesto, ven conmigo, hay uno cerca de aquí.

– Gracias señor. – sonrió al ver que funcionaba.

Pero tras algunas vueltas por las calles el peliblanco comenzó a entender que quizás ir con el primer hombre sin pensar no había sido muy buena idea. Cuando comprendió que debía dar marcha atrás ya estaba en pleno callejón.

– ... ¿Pasa algo?

– Gracias por querer ayudar, pero creo que puedo solo. – de inmediato un brazo le impidió seguir avanzando. Volteó pero al otro lado también había un brazo impidiendo que pasara.

– Chicos como tú no deberían confiar tan fácilmente en extraños... 

Reality show ~| los CoMPaS|~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora