Capítulo 1

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Los huesos de la espalda aún joven crujieron cuando se estiró después de dejar al dormido pequeño de cinco meses de regreso en la cuna. Suspiró profundo, regalándole una pequeña sonrisa a la bebé llorona que apenas llevaba dos semanas viviendo ahí, acercó sus brazos acunándola cerca de su pecho como las cuidadoras le habían enseñado, paseándola por la habitación mientras la alimentaba con un pequeño biberón de vidrio.

Su intención había sido ir a jugar futbol, pero cuando estuvo cerca escuchó el llanto de los únicos bebés que había en el hogar, por lo general, los menores de un año eran enviados con madres nodrizas, sin embargo, no había muchas disponibles y aquellos dos infantes habían quedado atrapados en el hogar justo cuando casi todos los cuidadores habían agarrado un virus de los niños más grandes.

Estaba cantándole una canción que aprendió en su infancia, esperando que los pequeños ojitos curiosos se cerraran cuando escuchó la voz entusiasta de una de las cuidadoras principales acercándose. Se preparó para dejar a la pequeña en su cuna, pero ella amagó con llorar por lo que desistió.

—Estos son los más pequeñitos, aún lactantes —escuchó la voz de Joy justo detrás de su espalda, pero no giró, su concentración estaba en la bebé—. No están aquí por mucho tiempo porque necesitan madres nodrizas así que la próxima vez deben avisarnos cuando vengan, por favor, así pueden conocerlos a todos.

—Lo sentimos —escuchó una voz masculina, más fuerte que profunda, pero no intimidante. Sonaba avergonzada—. Íbamos a venir en una semana, fue demasiada la emoción y sólo vinimos antes.

—Está bien. Debe ser una buena- ¡Oh, Hen! —Se interrumpió la mujer al ver a la única persona presente—. ¿Dónde está Seulgi?

—No lo sé —el chico no se giró, aun tratando de poner a la nena en su cuna sin hacerla llorar, no lo logró y el llanto de fuertes pulmones despertó al otro bebé, aturdiendo a todos los primeros segundos.

—Dios, siento esta situación. No somos muchos cuidadores y algunos están enfermos —se excusó la mujer con pena mirando a la pareja que se mantenía en la entrada. Se giró al adolescente casi con desesperación y le susurró—: Es solo una visita rápida, ¿puedes hacerme este favor?

Kunhang asintió con una expresión suave, no sería la primera vez que guiaba a una pareja. había pasado tanto tiempo ahí que no había nadie que conociera mejor a los niños y lo que las personas buscaban.

—En este momento no puedo continuar con ustedes —Joy se dirigió a la pareja detrás del chico—. Pero Hen conoce a todos aquí y estará encantado de presentárselos.

Cuando el chico se giró finalmente, el más alto de los adultos hizo una extraña expresión elevando las cejas con sorpresa, pero se recompuso rápidamente, codeando al hombre considerablemente más pequeño a su lado que distraído trataba de mirar lo que Joy hacía con los bebés que se estaban calmando.

Reprimió una mueca cubriéndola con una sonrisa cuando el hombrecito fijó sus ojos en él, atravesándolo con una intensa mirada con un poco más de confusión que la del otro hombre.

—Oh, eres guapo —fue lo que le dijo sonriéndole cálidamente, sus ojos se hicieron media luna y sin darse cuenta Kunhang imitó el gesto.

Oh, my god... He looks like a younger you —murmuró el más alto de la pareja con el aire atascado.

Kunhang entendió, pero prefirió fingir que no y comenzó a hacer su trabajo, saludando brevemente y presentando a los bebés con edad y nombre, siendo subjetivo una vez que comenzó a comentar lo adorables que eran, dejándoles el espacio para preguntas al final.

—¿Qué hay de ti?

Al girarse a verlos otra vez -se había distraído con los bebés en cuanto comenzó a darles cumplidos- se sorprendió un poco de ver que la atención de ambos adultos estaba en él.

—¿Qué pasa conmigo? —Preguntó, tragándose el tono defensivo que tuvo ganas de usar, poniendo una sonrisa.

—¿Cómo te llamas? ¿Qué edad tienes? ¿Qué te gusta?

Aunque lo intentó no pudo evitar demostrar lo incómodo que se sintió, pero sutilmente cambió de tema, no respondiendo a ninguna de las preguntas, hablando de los bebés otra vez.

—Tal vez quieran ver a los niños más grandes —trató de ayudar Joy. Ella sabía que la pareja no tenía interés en los lactantes.

Kunhang los guío hasta el patio de juego en el que estaban reunidos los ocho niños entre cuatro y doce años, los niños le gritaron con alegría que se les uniera, pero él se negó revolviéndoles el cabello, regalándoles una sonrisa de disculpa que pareció hacer brillar el lugar, todos los niños replicaron una sonrisa después de verlo.

El chico continuó hablando de los niños a su alrededor, pero los adultos hacían preguntas extrañas que se alejaban del principal objetivo. Torcían las preguntas que deberían ser sobre los pequeños, para sacarle información a él, le preguntaban si le gustaba estar con los niños, que deportes le gustaba jugar con ellos, si los ayudaba con las tareas y muchas otras cosas raras que realmente lo hacían sentir incómodo así que las evadía, regresando al punto de la visita.

Apenas vio que los adultos habían comenzado a jugar con los niños, se alejó excusándose con que debía estudiar, lo que no era totalmente mentira, pero principalmente porque esa pareja era demasiado extraña para su gusto y, de todos modos, él ya no era necesario. Ellos encontrarían -rogaba que así fuera- a un niño con el que conectaran y una nueva familia crecería.

Sunflower | NCT/WAYVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora