Capítulo 8

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Su día se había sentido especialmente agotador, había estado estudiando todo el día y aun debía continuar, solo deseaba darse una ducha y dormir. Logró arrastrase hasta el segundo piso con ese consuelo, no estuvo preparado en absoluto para encontrarse con una persona desconocida espiando sus cosas.

—Uhm... —se aclaró la garganta cubriendo la confusión y la molestia—. ¿Quién eres?

La persona se giró finalmente, era un adolescente no mayor que él, como de su misma estatura y con cabello color miel, seguramente teñido, vestía un uniforme escolar desordenado y apretaba entre sus manos un juguete de goma.

—¡Hola! Soy Suh Haechan, tu hermanito —el chico se presentó con voz chillona, guiñándole el ojo al terminar—. ¿No crees que soy precioso?

Kunhang quiso darse la vuelta, cerrar la puerta y huir lejos. Apenas había aceptado la presencia de Ten y Johnny, conocer al hijo de la pareja no era algo para lo que tuviese humor en ese momento.

—En realidad eres más guapo de lo que papá dice que eres —Haechan siguió hablando mientras se apoyaba cerca de la ventana por la que entraba brisa primaveral—. ¿Cómo era tu nombre? Sé que eres Kun-algo más.

—Kunhang —respondió.

Con movimientos incómodos, el mayor de los adolescentes dejó su mochila sobre la cama. Haechan parecía emocionado, no le quitaba la mirada de encima y Kunhang solo podía hacer lo mismo, para analizarlo y poder enfrentar la situación. Sabía que como Johnny y Ten, Haechan no se iría.

—No puedo recordar eso —exclamó el chico—. ¿No tienes un apodo? No puedo decirte Kun, ya conozco a un Kun.

Haechan tenía alegres ojos redondos.

—Hendery.

—¿Hendery? —repitió—. Eso es casi igual de difícil, pero lo intentaré.

Kunhang se pasó la mano por la cara y el pelo, pensando en cómo continuar porque estaba un poco confundido, abrumado y muy cansado, pero no quería solo echar al hijo de la pareja que estaba interesada en él.

—¿Por qué estás aquí? —Luego de decirlo se preguntó si fue muy grosero, pero Haechan respondió con emoción.

—¡Para conocerte, por supuesto! Mis papás habían estado hablando de otro hijo, me puse celoso y vine a verte.

Kunhang sintió su estómago revolverse, como cuando se enteró de la existencia del chico. El tenerlo frente a él diciéndole una de las cosas que más temía lo había vuelto real.

Lo pensamientos que había logrado controlar los últimos días reaparecieron. No pertenecía a la familia Suh, ellos definitivamente no lo querían, ¿cómo podrían quererlo?

—Lo siento —se disculpó con el hilo de voz que el nudo en la garganta dejó salir.

—¡No! —Exclamó Haechan riendo—. ¿Por qué te estás disculpando? Estoy siendo grosero contigo.

El mayor estaba de acuerdo, pero por accidente movió la cabeza en asentimiento, una cosa era pensarlo y otra era hacérselo saber.

El rubio solo rio, poniendo su atención en los cuadernos que había estado revisando antes de que el dueño llegara.

—¿Estás tomando un electivo en salud? —Curioseó —. Tus notas son muy buenas. Eres el hijo prodigio. Estoy reprobando dos materias en este momento, si repruebo una más me harán repetir el año.

Era algo de lo que Kunhang se forzaba a estar orgulloso. Sus notas no eran producto de su inteligencia, sino porque debía ser útil en algo, debía producir porque no estaba dispuesto a seguir viviendo de la forma en que lo había estado haciendo.

—Debes tener otros talentos —se forzó a responder. Necesitaba estar solo.

—¡Así es! Soy parte del grupo de teatro, fui parte del coro por casi cinco años y en verano suelo ir a la academia de baile de papá —contó emocionado—. Todos tenemos talentos artísticos en casa.

Una razón más para demostrar que no debería ser adoptado por esa familia.

—Pero el tío Kunkun es doctor —interrumpió los pensamientos del mayor—. Cuando lo conozcas tal vez quieras preguntarle sobre eso.

Al igual que sus padres, Haechan hablaba mucho con un tono entusiasta que inevitablemente llamaba la atención.

Kunhang seguía sintiéndose cansado, pero pronto descubrió que el chico era bastante simpático. Aunque no le agradó mucho al principio, una vez que logró calmarse, la conversación fluyó casualmente, no tenían muchos pasatiempos en común, pero tenían un humor similar, se encontró riendo con sinceridad luego de unos minutos.

Haechan parecía llevarle mucha ventaja si pensaba en ello, así que trató de empujar las ruidosas voces para disfrutar de la conversación como si estuviera hablando con un chico de su edad y no como si estuvieran probándolo.

—Oh, demonios —murmuró Haechan en medio de su plática, su alarma interrumpió el ambiente—. Ya debo irme, tengo toque de queda los días de semana.

—Está bien —le sonrió, en el fondo le hubiese gustado que se quedara solo un poco más—. Te acompañaré afuera.

—Espera, dame tu teléfono.

Kunhang se avergonzó un poco de mostrar el teléfono que se compró con dinero de un trabajo de verano hace casi un año, no demasiado lujoso, pero bien cuidado, cuando vio minutos antes a Haechan con un teléfono que seguramente costaba más que su colegiatura, pero el rubio se concentró en escribir su número ni siquiera haciendo una broma sobre el modelo del celular.

—Voy a molestarte mucho —le aseguró Haechan cuando le devolvió el aparato luego de enviarse un mensaje a sí mismo—. Eres un muy simpático, Hendery. Definitivamente puedo verte como mi hermano mayor.

Pensó sobre las palabras de Haechan por el resto del día, la noche y durante el día siguiente, no podía ni siquiera mentirse a sí mismo porque el calor que se formó en su pecho se sentía muy bien.

El sentir que era aceptado por la persona que era lo más cercano a una amenaza había calmado muchos de sus demonios. Sabía que no podía controlar las comparaciones, pero que Haechan lo estuviese tratando como un igual desde el principio hacía una gran diferencia.

Sunflower | NCT/WAYVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora