Kunhang había tenido problemas para dormir, su cabeza daba vueltas en círculos, había demasiadas cosas en las que debía pensar.
Cuando la familia Suh comenzó a hacer los tramites creyó que tardarían, después de todo, eran muchos papeles complicados. Se centró en terminar el año escolar manteniendo el promedio más alto de su clase, no esperó que todo estuviera listo tan pronto, pero al parecer tenían un hada madrina —o lo que sea que fuera a lo que Haechan se refería con ello— y ahora debía despedirse de sus hermanitos pequeños y dejar el único hogar que había conocido.
Estaba asustado. Muy, muy asustado. Quería pedir un poco más de tiempo, pero temía que, si lo hacía, Ten y Johnny se arrepentirían y ya no lo querrían.
Cuando estaba a solo una semana de irse, decidió hablarles a los niños. Muchos lo felicitaron, otros se pusieron tristes por diferentes razones, Sungchan inmediatamente reclamó su cuarto, ya que, una vez que no quedaron más chicos grandes, Kunhang no tuvo compañeros de habitación.
—No vas a poder visitarnos, ¿verdad?
Sungchan se había escabullido a mitad de la noche, acurrucándose muy cerca del mayor en la cama, tapado hasta la cabeza.
—Trataré de venir —lo tranquilizó, palmeándole la cabeza.
—No —negó el niño—. Yo escuché. Te dijeron que no deberías venir. Joy dijo que no quería que volvieras a no ser que no te gustara vivir con ellos, pero te va a gustar y te olvidarás de nosotros, como todos los otros niños que se han ido.
El pecho del adolescente se apretó dolorosamente. Intentó descubrirle la cara, pero el pequeño se aferró a las mantas y lo pateó para alejarlo.
—Tal vez no me guste, tal vez regrese.
—¡No! Eso es peor. Eres un tonto. Cállate y duérmete.
La habitación quedó en completo silencio por algunos minutos, Sungchan tomó la camiseta del castaño entre sus manitos, aferrándose con fuerza.
—¿No te pone feliz ser el mayor? —Le preguntó, sabiendo que no estaba dormido por su respiración—. Vas a poder mandar a los niños más pequeños. Sería bueno si los cuidaras, pero sé que eso es pedir mucho.
—Escucha, no voy a decir esto nunca más —habló el menor, finalmente destapándose—. Te quiero y voy a extrañarte, solo quiero saber si también me vas a extrañar.
—Por supuesto que voy a extrañarte —lo abrazó—. Y te quiero mucho, Sungchan. Sabes que siempre has sido mi favorito.
Antes de irse, se aseguró de dejarle su teléfono para que pudieran seguir hablando. De todos los niños, Sungchan siempre había sido al que más aprecio le había tenido y definitivamente al que más echaría de menos. Esa tristeza en su corazón había opacado por mucho la emoción y el miedo por su nueva vida.
Hasta que el día llegó.
Dejó a Sungchan instalado en su habitación para llevar sus pocas cosas hasta el auto de Ten, todo su cuerpo temblaba.
—Johnny y Channie fueron a despedir a Mark al aeropuerto —le comentó el adulto—. Estarán en casa cuando lleguemos. ¿Estás nervioso?
Lo estaba. Sentía que vomitaría en cualquier momento, estaba tratando de no moverse mucho para no hacer algo estúpido. No pudo prestarle atención a lo que Ten estaba hablando, su corazón latía tan fuerte que estaba bloqueándole los oídos.
Estaba distrayendo su mente imaginando cómo sería su nueva casa, estaba pensando en un apartamento grande, muy grande, con grandes ventanales. No esperó una casa al otro lado de la ciudad, lejos del centro. Era grande, parecía acogedora solo con ver la fachada.
En cuanto pusieron un pie dentro de la propiedad, Johnny y Haechan saltaron sobre ellos, el adulto le quitó las cosas que cargaba mientras que el chico lo arrastró hacia el interior exclamando muchas cosas que no alcanzó a procesar.
—Aquí vemos películas. Aquí comemos. Aquí duermen ellos. Aquí duermo yo. Este es nuestro baño. Y esta es tu habitación.
Haechan literalmente lo empujó dentro y se quedó en el umbral saltando en su lugar mientras Kunhang miraba el que debería convertirse en su lugar seguro.
Toda la habitación era blanca con muebles color caoba. Sobre la cama había una canasta con útiles de aseo personal y peluches, uno de ellos tenía un letrero que decía "Bienvenido" y sostenía un girasol, las puertas del armario estaban abiertas mostrando ropa que aun tenía las etiquetas, el escritorio era el doble de grande que el que tenía en el hogar, había un computador similar a los que estaban en los cafés en los que había ido a jugar, también había una ventana que daba al patio desde donde podía ver unos columpios.
—Es una versión neutral de mi habitación —habló Haechan, un poco abrumado por el silencio y falta de entusiasmo en la expresión del chico—. Podemos ir de compras si crees que falta algo, o si algo no te gusta.
—Así está genial —logró decir en un hilo de voz. Quería llorar, había un sollozo quitándole el aire—. Me encanta. Gracias.
Haechan dio un paso adentro, abrazándolo. Los adultos los estaban mirando a pocos metros de distancia y se acercaron a complementar el abrazo antes de que Kunhang se incomodara.
—¡Primer abrazo familiar!
Se permitió disfrutarlo, soltando una lágrima que acabó siendo absorbida por la camiseta de Ten. Deseaba tanto por fin haber encontrado un lugar que pudiese llamar hogar, iba a hacer todo lo que pudiese para quedarse, para que no lo desecharan una vez más.
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Sunflower | NCT/WAYV
FanfictionUn verano soleado, un chico asustado y una familia con mucho amor para compartir. ↪Secuela de Sunshine. ↪Casi 10 años después del epílogo de Sunshine.