XXII

478 32 18
                                    

Estamos llegando a la mitad de la historia por lo que se viene lo explícito en "oscuridad", ya sabrán a qué me refiero jeje, espero y disfruten el capítulo, me encantaría conocer tu opinión y te mando un abrazo GIGANTE <3 

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Estamos llegando a la mitad de la historia por lo que se viene lo explícito en "oscuridad", ya sabrán a qué me refiero jeje, espero y disfruten el capítulo, me encantaría conocer tu opinión y te mando un abrazo GIGANTE <3 

El cielo era de un azul plomo, el sol casi tan blanco como la nieve bajo sus pies. Estaban afuera de la cabaña, hacían lo que Heros llama lecciones de vida o muerte.

Heros estaba por enseñarle a Megara como lanzar dagas.

—No quiero arruinar tu clase—. Meg llevó las manos a las caderas, moviendo la cabeza a los lados—. Por si no lo notas—Señaló con su mano alrededor—. No hay nada aquí. No hay diana o botellas alineadas en un tronco, ¿A qué se supone que lanzaré el cuchillo?

La respuesta llegó con Heros mirando hacia al horizonte. No, no al horizonte: A las ramas de los árboles.

—Sí lo noté, Megara—Heros entrecerró los ojos, una sonrisa asomaba en su rostro—. No tendrás botellas, pero tienes algo mucho mejor—. El graznido del ave sobre la rama hizo a Meg saltar.

La solución de Heros era obvia. Los pájaros estaban serenos y alineados en las ramas de los árboles a varios metros del suelo, con las hojas cubiertas de nieve a su alrededor, protegiéndolos por una razón, los protegían de ellos...

Megara se negó a lanzar cuchillas a los pájaros.

—¡No!—Sacudió la cabeza—. ¿¡A caso estás loco?!—Siseó.

Con rapidez, Heros llevó la mano al bolsillo trasero de su pantalón. Megara vislumbró el brillo de la hoja filosa. Heros había lanzado la daga, segundos después, el cuerpo del ave se desplomó hacia el suelo.

Meg apartó la mirada, no podía verlo.

¡Había sido un ser vivo! Él no podía, no podía...

—¿Entonces? —Meg sintió la burla en su voz—. ¿Estás lista, ahora?

Megara negó, sus ojos fijos en la nieve rodeando los tenis.

¡Thud!

El sonido de otro pájaro caer no la sorprendió.

Lo que la hizo casi vomitar fue el sonido que hacía la daga al ser removida del cadáver del ave, huesos siendo separados, el sonido encharcado de la sangre al remover el metal dentro de su cuerpo era algo que no podría olvidar con facilidad.

—Dirección, recuérdalo. Debes concentrarte en el objetivo, percibir sus movimientos antes de que mueva un solo músculo, ¿Lo entiendes?—Heros se detuvo hasta estar frente a ella, la punta de sus botas oscuras chocaba con la punta de los tenis de Meg—. Hazlo.

Heros extendió su mano enguantada, la punta de la daga  la señalaba. Megara hizo el intento de estirar sus los dedos pálidos y fríos. Heros intercambió las dagas, ofreciéndole una daga diferente, más pequeña y delgada, una que no tenía grabada las iniciales de su nombre. De mala gana, Megara la tomó. 

Tóxico ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora