XXIV-Parte 1

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El hijo mayor entró a la vieja casa ubicada en uno de los barrios más pobres de la ciudad

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El hijo mayor entró a la vieja casa ubicada en uno de los barrios más pobres de la ciudad. En el centro de la habitación se encontraba una cama que albergaba a su padre en críticas condiciones. El hijo se sacó la bufanda, era la última noche del año y el frío exterior le recordaba el vacío en su vida.

—Padre, estoy aquí. Todo está listo.

La mujer por la que el hijo pagaba para cuidar a su padre le sacó la máscara de oxígeno. El viejo quería decir unas palabras.

—¿Lo tienes... capturar?—Habló en un español cortado. Su idioma natal era el inglés.

—Estamos esperando el momento adecuado, él no se lo ve venir. Está en uno de sus nuevos clubes nocturnos, de esos que financió con tu dinero, padre.

—Quiero... él... sufrir—Su hijo no se atrevía a ver el cuerpo de su padre, nada que no fuera su rostro arrugado estaba prohibido mirar. Así lo había decretado desde aquel fatídico día que había acabado con sus ganas para vivir.

Ahora su hijo sabía que la única motivación de su padre era la venganza.

—Sufrirá como quieres, padre—Comenzó su hijo, tomando las manos frágiles y débiles de su padre—. Arturo Dimitris se salvó de tú castigo, pero su hijo pagará el doble por sus pecados. Te lo prometo papá.

El señor postrado en la cama, tuvo sus buenos momentos. Llegó de los Estados Unidos con un negocio que prosperaba poco a poco de tráfico de droga, tenía su propio canal de entrega de mercancía. Era discreto, vivía bien la vida y le pagaba la educación a sus cinco hijos, todos hombres.

Pero lo bueno tiene que acabar, y para la familia Americana el precio de la buena vida fue anunciado por Arturo Dimitris. El mafioso más peligroso en todo México. Arturo demandó el 60% de sus negocios a cambio de brindarles protección y ojos ciegos por parte de la ley. La familia no quería meterse en más líos, así que aceptó. Todos sabían que Arturo tenía fuertes conflictos con la mafia del Sur, que cada vez tomaba más peso y corría más riesgos con tal de adueñarse de todo lo que la mafia Dimitris poseía.

A pesar del negocio en el que se encontraban, la familia Americana no tenía deseos ambiciosos, el jefe de la familia obligaba a todos sus hijos a asistir a misa, seguir los sacramentos y mandamientos de la Iglesia... o al menos algunos de ellos. Eran personas que seguían las reglas que les habían impuesto, y por nada del mundo traicionarían a Arturo y su generosidad de permitirles conservar al menos la mínima parte de su negocio.

La familia Americana careció de maldad. Y por eso los jodieron. Por eso Arturo los jodió. Con una reunión falsa, citó al jefe de la familia. La reunión resultó en un encuentro fatal con decenas de cajas de TNT.

—Tus piernas serán vengadas padre, no te decepcionaré.

El hijo planeaba torturar a Heros, cortarle las piernas y entregárselas a su padre en un presente. Las extremidades serían un símbolo de lo que su lealtad como hijo significaba.

Tóxico ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora