XXIII-Parte 1

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C A P Í T U L O  2 3  PARTE I  ¿*_*?

Justo después de que los hombres de Ricky entraron a La Cueva y se desató la balacera entre ellos y Heros, y que éste saliera herido, fue Megara quien lo salvó y curó. Entonces, el plan de Ricky fue revelado ante todos, Víctor se había unido a él y por lo que sabía y había visto, Heros había permitido a Megara lo que a él le había negado, que era una vida libre, una vida en donde Víctor sería la paria, la rata, la oveja negra en la sociedad porque había sido marcado por uno de los mafiosos más grandes de México.

Megara seguía viva y gozaba de todas las posibilidades en el futuro que Víctor ya no tendría jamás. Por eso Víctor la quería muerta. Pero había otra razón, y era que creía lo mismo que Ricky y su bando; Heros podía tener más razones detrás de sólo la cara bonita de Megara para no marcarla, Heros podía sentir afecto hacia ella. Y en el mundo de la mafia y el narcotráfico, eso bastaba para usarlo en contra de Heros.

Por ese tiempo, Heros desconocía el verdadero pasado de Megara. Así que Ricky tuvo razón, lo que mantuvo a Heros en línea ante Megara, fue el deseo de hacerla suya, y las perversas fantasías que planeaba para ella. Nada más.

Después del atentado en su territorio, en su club, y de la emboscada en el almacén en donde se reunieron con Jordan,  Heros realizó un par de llamadas, comenzaba a tener la sensación en la boca del estómago de que Megara tenía que tener algo más que sólo lo que aparentaba para llamar su atención y empezar a metérsele tanto bajo la piel. Para Heros ella era una chiquilla con cuerpo de diosa y mente y labios de telaraña que buscaban atraparlo. ¡Y demonios lo estaba logrando!

Heros se alejó por un par de días, ignoró a la belleza de ojos oscuros cuyo rostro se había vuelto parte de sus sueños por las noches, aquellas que no podía dormir y había terminado bebiendo en algún sofá de algún hotel, registrado bajo un nombre falso y en dónde terminaba llamando a un par de mujeres para que éstas se deshicieran de la mujer atormentándolo en su cabeza. La verdad es que ninguna tuvo éxito.

Malhumorado, desvelado y con resaca, Heros recibió una mañana la llamada que tanto había esperado.

—Señor, la Pitonisa lo recibirá a las doce de la tarde de este mismo día, ¿Cómo lo ve señor?—Dijo uno de sus informantes.

—Ah, ¿Que si cómo lo veo?—La risa lo hizo lanzar una queja. La cabeza le dolía—. Lo veo como que falta media pinche hora para que sean las doce, ¿Por qué carajos no me lo dijiste antes, eh? ¡Habla!

—Lo siento señor, la Pitonisa se contactó con nosotros hace nadita, se lo juro por Dios, ¡Le llamé en cuanto lo supimos, señor!

—¡No te salva nadie, hombre! Así que no andes jurando a cambio de tu vida—Heros estaba molesto. Todo lo encontraba irritante, la luz que se colaba por la ventana, la voz de tonto de su trabajador y el poco tiempo que tenía para llegar a su cita con Pitonisa—. Eso sí, más te vale que me digas la verdad, porque si me entero que te hiciste el imbécil tocándote las bolas en el tiempo que debiste estar a cien conmigo—Lo amenazó—. Terminarás suplicando porque te eche un tiro, ¿Cómo la ves? ¿¡Entendido?!

Heros era un líder tranquilo, realmente no amenazaba a menos que estuvieran tirándole de los hilos de la paciencia, virtud que él no poseía... pero los últimos días no favorecían a su actitud.

La Pitonisa, o como Heros le llamaba "Tía", era una de las pocas personas por las que Heros dudaría en sacar su propia arma y dispararle. Primero porque fue quién instruyó en los deberes de la Mafia cuando su padre fue asesinado. Se convirtió en una especie de tía para él, la pitonisa no le daba abrazos o comida caliente, ella le dio golpes de enseñanza sobre como ser un líder y no dejarse manipular por las emociones.

Tóxico ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora