XXIII-Parte 2

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La madre de Tavo emitía oraciones entre murmullos

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La madre de Tavo emitía oraciones entre murmullos. No podía creer la maldad y crueldad de las personas que habían clavado y decapitado todos esos agentes de la ley.

Las imágenes en la televisión se volvían cada vez más sangrientas, crudas y reales... los noticieros tuvieron que censurar las imágenes por todo el mundo.

Karla sabía los peligros, mafias y el narcotráfico que cada día iban cobrando más fuerza, ella solo quería que los responsables de dicho acto horroroso fueran atrapados.

—¿Hijo, estás bien?—Karla tenía que dejar de ver las noticias o estaba segura tendría algún problema con la presión. Esas impresiones no eran buenas para su edad.

Tavo había llegado hacía menos de cinco minutos. Para Karla, su hijo siempre seguiría siendo su hijo... pero, en los últimos meses se había vuelto casi un extraño en su vida. No le llamaba, no la visitaba, y estaba segura que su hermana estaba en las mismas condiciones.

Karla y su hija creían que se debía al trabajo de Tavo, quizá el hecho de que ahora tuviera dinero le impedía pasar tiempo con su humilde familia. Al final, Karla nunca se lo reprocharía. Ella adoraba a Tavo, siempre había sido amable, sincero, era un hijo ejemplar.

Qué importaba que él apenas la reconociera como su madre, en ese momento, Tavo estaba en su casa. Quizá eso significaba que la había extrañado, y que todo pronto volvería a ser como antes.

—Todo está bien mamá—Escuchó la voz ronca de su hijo a través de la puerta—. Tomaré una ducha, si no te molesta.

—¡Para nada, hijo!—Habló Karla con emoción—. Sabes que estás en tu casa... ¿Quieres que te prepare algo para comer?

Tavo quería que su madre se alejara del baño. Había sido algo bueno que el entró como rayo en el instante en que ella le abrió la puerta. Si Karla hubiera captado un atisbo de su hijo y su condición, todo se hubiera vuelto un jodido caos.

—Eh... estaría bien.

—¡Perfecto!—Karla no podía creerlo, su hijo estaba de vuelta—. ¿Quieres tacos, chilaquiles, tostadas?...

—Tacos, por favor.

—¡Estaré en la cocina cuando salgas!

Con eso último, Karla se alejó de la puerta.

El baño de la casa de su madre no era muy grande, eso Tavo lo sabía desde antes, pero ahora todo le asfixiaba. Sentía el sudor recorrer su sien, la piel le ardía y su nuca estaba caliente.

Sacó su celular del bolsillo y realizó la llamada.

En la pantalla apareció su rostro.

—¿¡Por qué estás sangrando?!—Grettel gritó, su mirada angustiada pasando por el torso desnudo de Tavo.

—¿Podrías bajar la voz?—Siseó Tavo, hizo muecas de dolor cuando estiró su brazo para abrir el grifo de la ducha. El agua amortiguaría los sonidos del cuarto.

Tóxico ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora