La piel alrededor de mis muñecas arde como si estuviera en llamas.
Hay una pareja de agentes del FBI escoltándome por un pasillo repleto de oficiales hacia lo que parece ser un cuarto de interrogación.
Las paredes son grises y la luz es opaca.
Siento la ira formándose en la boca de mi estómago, esto es humillante, estoy amordazada como un perro violento y peligroso.
Si esto me lo hacen a mí, ¿Qué es lo que harían con Heros?
Intento poner mi mente en blanco pero es imposible alejarme del pánico que amenaza con enviarme al suelo y hacerme un ovillo en el hasta que Heros aparezca.
Él dijo que iba a protegerme.
Tiene que cumplir su promesa.
—Tomen sus huellas—Dice el hombre con traje café y corbata fea de pie frente a la mesa de acero—. Quítenle las esposas por dios, es sólo una chiquilla.
Entrecerré los ojos, odiaba sentirme subestimada, pero quizá era lo mejor, mantener un perfil bajo hasta que ideara un plan de escape.
El intento de policía bueno ladea la cabeza, estudiándome. Lo podía percibir en la forma en que su mirada recorría cada parte de mi cuerpo, no con lascivia, sino con curiosidad.
—También voy a necesitar que me dejen a solas con ella.
Los agentes guardan silencio.
—¿Están sordos o qué? Para hacer mi trabajo necesito privacidad—Ruedo los ojos. Hay cerca de cinco cámaras apuntándome y captando cada uno de mis movimientos. No existe la llamada privacidad cuando te buscan internacionalmente.
—Tiene los pies encadenados, no irá a ningún lado con los soldados montando guardia en cada rincón del edificio, te prometo que somos civilizados aquí, jovencita—Dice lo último dándome una mirada de disculpa que no acepto—. Además, no intentará nada estúpido, a menos que quiera recibir una descarga eléctrica en las costillas, o peor... ¿Cierto, Megara?
¿Cómo se atrevía a amenazarme?
Unas inmensas ganas de llorar me inundaron y asentí con la cabeza.
Perfil bajo, recuérdalo.
La agente mujer quito las esposas y el hombre me empujó contra la mesa hasta que el filo de ésta se enterró en mi abdomen. Aún tenía la máscara en la boca, fue lo único que amortiguo el grito que escapó de mí.
—Tal vez deberíamos llevarte a la enfermería, claro que eso sería después de que reveles lo que queremos saber.
Tensé la mandíbula soportando el dolor.
La pareja de agentes tomó mis manos y con tinta oscura en la yema de mis dedos, tomaron mis huellas.
Sabía que las harían escanear y el sistema rebelaría mis antecedentes criminales, los cuales eran...
Inexistentes.
Yo era una buena ciudadana, era buena hija, era...
Esa chica quedó en el pasado.
Ya no soy la chica buena.
Y tenía que reaccionar y aceptarlo o sería devorada por mis propios demonios.
Antes de quedarme sola con el hombre de sonrisa despreocupada y pésimo sentido de la moda, la mujer quitó la mordaza de mi boca.
No lo hizo con cuidado y fue como si quitaran un pedazo de cinta sobre mi piel.
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Tóxico ©
RomanceTras el caos que provocó en su vida la enfermedad de su madre. Megara Bail decidió comenzar a trabajar en el club más lujoso de la ciudad, "La Cueva". Lugar en donde conoció a un sádico y líder de la mafia del norte, Heros Dimitris, quien resultó s...