El almacén estaba repleto de mercancía. Drogas.
Heros se encontraba con los brazos cruzados, había demasiado movimiento a su alrededor. Hombres subían y cargaban camiones, cuyos destinos eran a diversas regiones de la república, otros irían en jets privados, todo con tal de evitar el chequeo innecesario de la aerolínea comercial, e irían directo a donde deberían llegar. Cruzando la frontera.
Había más nombres dominantes en el negocio, sólo que Heros era el más conocido, mas, sin embargo, eso no disminuía el peligro de ninguno otro. Todos eran letales. Todos ahí pagaban caro, había kilos de maldad, astucia, ambición, y venganza en cada miembro de la mafia.
—Los encontramos—Tavo, uno de sus más viejos compañeros, venía en su dirección con unas oscuras gafas de aviador cubriendo sus ojos. Detrás venían cinco de sus hombres arrastrando a lo que parecían ser tres vagabundos.
—¿Qué es esto? —Dijo Heros con una sonrisa que no cubría sus ojos. El aspecto de pordiosero era demasiado llamativo, dos lo miraban con odio, una clara invitación a la muerte.
—Parece que nuestro Ricky se lució esta vez—Dijo Tavo señalando a los vagabundos—El presupuesto para el vestuario debió estar bueno.
—Su actuación no es muy buena, señor—Dijo uno de los guardias, sosteniendo al más luchador, quien peleaba por zafarse, pero los guardias les habían atado las manos con cuerda.
Heros se acercó al tipo, manteniendo la sonrisa, bajo la mirada y había más que amenazas en ella.
—¿Quieres irte? —Preguntó Heros con malicia—Dime, que pendeja hiciste para que Ricky te entregara a nosotros en bandeja de plata, ¿Eh? —Se burló Heros.
—Los encontramos en la parte trasera con una mochila llena de explosivos—Dijo Tavo lanzando la evidencia a sus pies, Heros negó con la cabeza.
—La pregunta es, ¿Acabar con la mercancía o conmigo? Ambas son jugadas idiotas, pero no puedo evitar preguntármelo—Continúo—¿Y bien?
—Estarás muerto hijo de puta—Dijo el ansioso por escapar. El guardia le dio un puñetazo en la mandíbula, y tras escupir sangre comenzó a reír como maniaco.
—Hijo de puta... me han llamado cosas peores, que les parece si los soltamos—Junto sus manos dando una palmada y los guardias más que acostumbrados con sus decisiones impulsivas, cortaron las cuerdas que los ataban, dando pasos hacia atrás.
—¿Qué esperan? —Los invitó Heros—Corran.
El almacén tenía las puertas laterales y traseras cerradas, la única salida era la delantera, por donde los camiones, guardias, y Tavo se encontraban, no tenían salida, pero, aun así, Heros quería divertirse con ellos.
—Tenemos que estar en el club en una hora—Le dijo Tavo.
Heros se quitó la chaqueta oscura y la arrojó a su compañero, sacó un cuchillo afilado de los costados de su cinturón y manteniendo la sonrisa, avanzó.
—No necesitaré ni veinte minutos.
Todos estaban más que acostumbrados a sus técnicas de crueldad y tortura. A Heros le encantaba el placer del juego de persecución, siempre y cuando el fuera el gato, y los demás sus víctimas, eran simples ratones.
Heros se abría paso entre los contenedores a su alrededor, no había necesidad de acelerar pues ninguno tenía donde esconderse, probó el éxtasis cuando vislumbro a su derecha la silueta de su primera rata.
—¿Has oído del maratón de los idiotas? —Rodeo el contenedor y sin dudarlo clavó la punta del cuchillo hasta el puñal en el muslo del peón de Ricky—Corren y corren...y al final no hay escapatoria.
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Tóxico ©
RomanceTras el caos que provocó en su vida la enfermedad de su madre. Megara Bail decidió comenzar a trabajar en el club más lujoso de la ciudad, "La Cueva". Lugar en donde conoció a un sádico y líder de la mafia del norte, Heros Dimitris, quien resultó s...