28- La alarma de incendios.

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Cierro la puerta con cuidado de no despertar a Mel e intento calmar mi respiración que está agitada de la carrera que me he pegado del bosque ese a aquí. Un recuerdo de la tierna cara de Jake me llega y me hace sonreir como una boba y morderme el labio inferior. Camino lentamente, a oscuras hasta mi cama con las manos por delante para no chocarme y aún así me doy un golpe con la pata de la mesa en el dedo meñique del pié...¡JODERRR DUELEEE! Ahogo un grito de dolor y doy saltitos con mis manos apretando mi pie y cara de haber chupado un limón. Calculo que la cama estará a aproximadamente unos veinte centímetros a la derecha así que me tiro aún haciendo el idiota, pero mi culo en vez de chocar contra algo blandito choca contra el suelo y el dolor se expande por él.

-Hostia- susurro con dolor.

Me levanto y hago la pata coja mientras me froto mi pomposo traserillo. ¿No podían poner colchonetas?

La luz se enciende y la loca de Mel me sujeta por los hombros y me ajita, se me van a salir los ojos por la fuerza.

-¿Dónde coño estabas? Te he buscado. He tenido que decir a la segurata esta que estabas en el baño por problemas femeninos...y me ha creido y eres malosa por no contarme lo que pasa y ¡coño me gusta tu sudadera! ¡Cómpramela!

La cuento todo lo que pasó con Jake, incluida su invitación a la fiesta, luego me tapo los oidos. Conociéndola dará grititos agudos e insoportables mientra salta y me tira cojines. Bingo. Pero esta vez no me los tira, sino que coje uno y me pega repetidas veces con él. Harta de aguantar la paliza y de sus gritos agarro uno gigante de su cama y la pego con él.

-Coño- almuadazo- cállate- almuadazo- yaaaa.- varios almuadazos- Y - almuadazo- deja- almuadazo - de- almuadazo- pegarmeeee- pongo la almohada sobre su cara y la tiro a la cama mientras se rie como una loca ahogándose y da patadas como una gamba fuera del agua.

La aparto la almohada, no sin arrearla una última vez y me coloco bien los pelos que se me han cardado enteros. Mel mientras tanto sigue riéndose como un burro con ataques de asma.

-¡Me atacaaaa!- grita de rodillas en mi cama tirándome cojines. Los intento esquivar pero para que mentir me dió todas las veces. Corría de un lado a otro con mi risa de foca retrasada dando saltitos y moviendo las manos. A cada bote que daba el coletero se caía aún más hasta que lo perdí, pero me dio igual, seguí en plan YOLO por la habitación reciviendo golpes y gritos de guerra de parte de Mel.

-¡Socorro! ¡Está locaaaa!- me encerré en el baño aún riendo.

Llama un par de veces con delicadeza y sin reirse.

-¡Vete, tengo un peine y no dudaré en usarlo!- la grito echando un vistazo a todo lo del cuarto. Aunque no lo creais un peine puede ser tan mortal como la sartén de Rapuncel (rima XD).

-Nesesito cagarr- dice marcando las eses y las erres con voz adorable.

-¡Mentiraaa!- grito.

-¡Dejame entrar putaaa!- empieza a dar golpes a la puerta y a hacer ruidos de psicópata.

Entonces tengo una brillante idea. Conecto el secador a el enchufe, quito el cerrojo, lo enciendo y apunto a Mel, la cual se aparta de un tirón.

-Me derritoooo, mi bella piel se quemaaaaaa- dramatiza. Se tira de rodillas al suelo, pone la mano como una garra y hace que se araña toda la piel poniendo la cara más rara del mundo y los ojos en blanco, luego se tira al suelo. Creo que esta niña cojió frio al nacer...

Llaman a la puerta. ¿Quién coño es a estas horas?

-Mel, abre, que estoy recojiendo el secador- la digo aún riendome.

PlayBoy, ¡deja de acosarme!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora