Capítulo Treinta y Siete 🌙

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—¿Estás bien?— Andy me sujeta el cabello mientras vomito hasta las entrañas.

—Demasiado alcohol por hoy. —murmuro sentándome alejada de la porquería.

—Concuerdo.— arrastra tanto las palabras que hasta se parece a mí.

Ambos nos observamos y comenzamos a reír.

—Ya es tarde, hay que irnos.— pronuncia Colton quien increíblemente se ve sobrio.

—Un ratito más.— digo mientras me levanto con dificultad y caigo de culo al instante.

—Ni siquiera puedes ponerte de pie— dice riendo.

—Entonces iré arrastrándome.— gateo a cuatro patas hasta la barra que se encuentra a no más de cinco pasos. —Una botella de vodquila, por favor.— las tres personas detrás de la barra me observan con el ceño fruncido.

—Estás ebria, ¿verdad?— preguntan sincronizados.

—Hm, creo que sí...— le observo y su rostro me hes muy familiar, en especial su cabello rapado a los lados y el centro llevado hacia trás. Creo que es la segunda vez que me pasa...

—Estoy aquí— mueve su mano justo frente a mi. Que raro, creí que estaba un poco más a la izquierda, o derecha...

—Oh, entonces dame la especialidad.

—Nada de especiales, nos vamos a casa.— Colton pasa un brazo sobre mis hombros.

—¡Pero yo quiero seguir bebiendo!— digo en un capricho haciendo puchero.

—¡Hace cinco segundos dijiste que era demasiado alcohol!

—Un poquito más...

—Si logras acertar cuántos dedos tengo frente a ti, nos quedamos.

Me pongo seria y trato de visualizar con dificultad su mano frente a mi rostro. ¡Porqué carajo se mueve todo a mi alrededor!

—¡Seis!

—Blake, ni siquiera tengo mi mano frente a ti.

—Ya sabía— sonrío avergonzada.

Ríe vagamente mientras me empuja con cuidado camino a quién sabe dónde. —Ya es suficiente, vamos a casa.

Caminamos hasta donde el resto se encuentran tirados sobre la arena durmiendo, y vomitando.

Andrew es ahora quién vomita mientras Nigel se ríe de él grabándolo con su móvil. Son tan raros.

—Vamos, niños estúpidos y alcoholizados. El taxi nos espera.

Una camioneta gris similar a una, ¿máquina del misterio? Se encuentra estacionada a unos metros. Me recuerda a Scooby Doo.

La única persona cuerda de este grupo borracho abre la puerta y monta uno por uno a los que no nos encontramos en condiciones siquiera de formar una frase coherente al interior de la camioneta. Toma por los brazos a Andy y lo deja tirado en el suelo, luego a Nigel sobre el primero y Hunter sobre ambos. A Bella la sienta en el asiento a mi lado y nos pasa una cinta negra por encima.

Cinco minutos después, no recuerdo lo que hicimos hace cinco minutos.

  —¡Quién mierda prendió el sol!— no tengo los ojos abiertos pero aún así me daña.

—Nadie, estúpida. Son las dos y el sol está en lo más alto.— habla Colton en algún lado de la habitación.

—Habla más despacio, tarado. Me duele la cabeza y tu voz hoy suena demasiado horrible.

Rompiendo LímitesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora