Capítulo Veintidós 🌙

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No tengo absolutamente nada para decir. Estoy devuelta en la caja de humedad y paredes de concreto hace dos horas aproximadamente, no he emitido palabra alguna, siquiera a mi vecino que me ha traído un trozo de pan y una botella de agua.

Las palabras de ese hombre dan vueltas una y otra, y otra vez por mi cabeza, no puedo olvidar ni una sola de las oraciones que han salido de su boca. Es que, ¿en qué momento mi vida se ha convertido en una puta novela? No recuerdo haberme inscripto en un casting. En fin, más que mi estado actual me preocupa mucho el estado en el que ha quedado Duncan, maldición. Los sucesos se repiten continuamente en mi mente, es como si eso, más las palabras de Caleb me taladrara el cerebro una y otra, y otra, y otra vez.

La puerta es abierta muy abruptamente que hace que salte en mi lugar y me haga un ovillo con la espalda pegada contra la pared. Es Colton, trae a otro guardia a su espalda y un celular en la mano con el flash activado.

-Oye mira, aquí está la dulce niña de papi, ¿no quieres decirle nada, Blake?- el móvil apunta mi rostro.

Las lágrimas inundan mis ojos al escuchar a mi padre gritando deseserado mi nombre, pero Colton le calla y le susurra al móvil algo que no logro oir. El sonido de que la línea se corta llega a mis tímpanos y de inmediato salen los dos del cuarto dejándome a solas nuevamente. Varias gotas saladas caen por mi mejilla hasta perderse en mí jean, el cuál se encuentra roto. Quiero llorar para poder deshagoarme un poco, pero ninguna lágrima sale ya, las he agotado a todas, el dolor de cabeza que tengo es insoportable, sin mencionar lo adolorido que tengo absolubtamente todo el cuerpo. Mi única esperanza es que Colton sí sea parte de los guardias que mi padre ha contratado para mi seguridad y no sea solo otra mentira, a las cuales creo que ya me he acostumbrado; mi vida entera es una mentira.

Llevo mi cabeza hacia atrás con los ojos cerrados, y el sonido que provoca mi nuca al chocar con la pared es hueco, como si solo hubiera una fina capa de concreto y luego nada. Eso me da un poco de esperanza. Me incorporo como alma que lleva el diablo y rápidamente comienzo a golpear con desesperación la pared, al principio mis nudillos duelen ya que están lastimados, pero ignoro ese dolor dejándome impulsar por la adrenalina de saber que hay una mínima posibilidad de que pueda escapar de aquí. Sigo golpeando como la loca desesperada que soy hasta que consigo agrietar el concreto; mi corazón late desenfrenado, mi respiración es completamente agitada y la emoción desborda por mis maltratados poros.

Llevo mis manos hechas puños hasta conseguir que la grieta se expanda, le doy un último puñetazo con las últimas y pocas fuerzas que me quedan, y al parecer la suerte está de mi lado aunque sea difícil de creer. Se hace un agujero mediano en la pared, pero aún pequeño para que pueda pasar por él. Agarro la sólida lámina gris de material y tiro de ella hasta romperla más y más hasta que sea de un tamaño adecuado para que mi cuerpo pase y poder liberarme.

A estas alturas no tengo en claro si es la fe, la desesperación, la adrenalina o que mierda es lo que me da las fuerzas y la rapidez con la cuál estoy haciendo todo esto, quizás sea el pánico a que alguien entre por los ruidos que he provocado. En fin, paso mis brazos por el estrecho hueco que he hecho, y tal como me lo imaginaba, se encuentra hueco, es como un túnel oscuro, largo y con varias curvas. Me arrastro agazapada como un felino hasta que llego al otro extremo del túnel, la humedad aquí adentro es insoportable, el olor a moho es otra de las cosas que me insta a que me apresure. Golpeo con todas mis fuerzas la pared que se interpone con mi puta libertad, aunque una nueva preocupación se instala en mi conciencia. ¿Qué hay detrás de ésta pared? No me detengo mucho a meditarlo ya que escucho un ligero alboroto al otro extremo del túnel.

La desesperación se apodera de mí sistema y comienzo a aporrear la pared a golpes hasta que esta sede exactamente igual que la otra y cae dejando una abertura considerable. Salgo cayendo de lleno en el piso, me incorporo con rapidez deseando que no haya ningún guardia de Caleb ni nada por el estilo, de ser así, me doy por muerta al instante. Pero no, lo que hay ante mis ojos no es más que un bosque, y a mis espaldas la mansión del hombre que me secuestró, pero me reveló toda mi vida. Corro desaforadamente rogando que el túnel se caiga en pedazos sobre ellos así no llegan a mí, aunque dudo que eso pase. Corro por entre árboles y yuyos altos los cuales me raspan la cara, pero es el menor de mis problemas. Subo una pequeña colina llena de árboles y malezas, y lo que mis ojos ven es un milagro divino. Una carretera. Corro hasta allí con la esperanza de que pase un auto y me recoja hasta la ciudad. Ni siquiera sé dónde putas estoy, sólo sé que el infeliz de Caleb me tiene presa en un bosque.

Mis piernas se acalambran luego de dejar varios metros atrás y recorrer la banquina de la carretera, mi corazón late tan rápido que se podría salir de un salto por mi boca, y mi cabeza duele tanto que siento que va a estallar. Sigo caminando varios metros más con la mente en blanco, me prohíbo pensar en algo en este momento, considero de mayor importancia conseguir un vehículo que me lleve a casa a que miles de cosas me atormenten.

Unas luces se ven a la distancia, pero el sol comienza a ocultarse y se me dificulta saber con claridad si es una alucinación, el reflejo del sol o un maldito auto de verdad. Extiendo mis brazos y los muevo frenéticamente de arriba hacia abajo hasta que el auto frena de golpe a mi lado. Me asusto debido a que la idea de que uno de los hombres de Caleb pase por casualidad y justo me vea caminando por la carretera. Pero esa idea la tiro por el acantilado cuando veo a Duncan salir del coche y caminar rengo hasta mí. Corro en su dirección automáticamente y salto en su encuentro. Nunca me había alegrado tanto de verlo, jamás.

-¿Estás bien? ¿Estás herida?- examina mi rostro múltiples veces hasta que pongo mis manos sobre las suyas y hago que se detenga.

-Pensé que habías muerto.- las lágrimas comienzan a acunar mis ojos ante vocalizar la idea que había cruzado por mi mente mientras estaba cautiva.

-Yo pensé lo mismo de ti.- contesta dándome un beso en la frente. -Vámonos antes de que alguien pueda vernos.- Con esas últimas palabras nos subimos en el auto y él pega la vuelta dirigiéndonos a quién sabe dónde.

-¿Cómo has hecho para sobrevivir?

-Hunter y Andrew llegaron luego de cinco minutos, te estaban rastreando porque Andy asumió que algo malo iba a pasar y usó tu collar para localizarte.- mi amigo siempre fue fiel a la idea de que sus presentimientos nunca fallaban y se dejaba guiar por lo que su conciencia le decía. Gracias a Dios. -¿Tú cómo hiciste para escapar? Fue la peor semana de mi vida, tu padre ha estado como loco llamando y...

-Aguarda un segundo, ¿una semana?- la sorpresa es evidente en mi voz.

-¿No contabas los días mientras estuviste allí?

-Sí, y tan solo fueron unas horas...

-No, estuviste una semana en las manos de Caleb, ¿no recuerdas nada?

-No, sólo la charla que tuvimos, y que bebí del vaso con agua, después de eso recuerdo cerrar los ojos y recostarme en la pared, los abrí y con el golpe de mi cabeza el sonido hueco y luego escapar, eso es todo lo que recuerdo.- si antes tenía muchas dudas, ahora tengo una más; ¿qué mierda fue lo que ha pasado?

-Somníferos.- responde Duncan a mi pregunta mental. -Si dijiste que has bebido agua, probablemente poseía algún tipo de somnífero y así te han mantenido hasta ahora...

Rompiendo LímitesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora