Dieciocho años después...
—¡Mamá! Quiero presentarte a alguien.— grita Rachel desde la sala.
Esta niña aún no ha aprendido a venir hasta dónde yo estoy para hablarme.
—¡Ahí voy!— le devuelvo el grito caminando por el pasillo. —Jodido animal, ¡siempre lo mismo! Lo único que hace es comer, cagar y dormir. Chilla todo el día siempre y cuando no, esté panza arriba. ¡Harta me tiene!— refunfuño en el camino. —Y luego está Apolo, pobre Apolo, es un santo. No jode en todo el día y es súper responsable cuando sale, si hasta caga en el patio del vecino. Eres una preciosura, te amo.— le digo hablando como si fuese un bebé a Apolo, nuestro perro ya no tan cachorro.
—Gracias, mamá.— pronuncia mi hija con sarcasmo. —Cómo te decía antes de tu show, quiero presentarte a...
—¿¡Michael!?— pregunto anodada sin dar crédito a lo que mis ojos ven. —¡Pero si eras una niña!
—Hola, Blake.— dice ella corriendo en mi encuentro y abrazandome.
—¿¡Cómo es que ustedes se conocen!?— Rachel se encuentra en shock
—Larga historia.— respondo simplemente envolviendo a su compañera entre mis brazos. —¡Cuánto has crecido! Estas hecha toda una señorita.— le pongo un mechón de caballo detrás de su oreja cuando la observo aún más. —Tienes los mismos ojos que tu padre.
Ella simplemente suspira para luego agregar: —Te extrañamos muchísimo, luego nos acostumbramos a tu ausencia. Pero has marcado nuestros corazones.— le sonrío y dejo un beso en su frente.
—Las circunstancias no eran las mejores, tú padre y yo éramos el viaje pero no el destino.
Puedo oír cómo Rachel pronuncia un "ohh" mientras abre la boca exageradamente. —Oye má, ¿papá no está? Necesito contarles algo...
—No, cariño. Llega en unas horas.
—Entonces lo esperamos, ¿no?— le pregunta a Michi.
—Claro.
Las vueltas de la vida...
—¿Estás trabajando, Blake?, ¿o sólo te dedicas al hogar?— pregunta Michael con la taza de café entre sus manos.
—Los tres trabajamos y los tres atendemos la casa.— pronuncio sin poder evitarlo. —Soy licenciada en cronología y ciencias forenses, y también escritora de medio tiempo.
—Yo te diría que no leas sus libros, jamás les da un final normal. Siempre mata a los personajes o les da un final espantosamente fuera del habitual cliché.
—Yo te advertí que no leas mis libros, garrapata. Tú solita te jodes ahora.
Garrapata le decimos desde que era un bebé de un año pues, no se soltaba de mi pecho, parecía una garrapata que me succionaba hasta el alma.
—¡Buenas tardes!— pronuncia mi marido entrando en la sala.
—Hola, pá— dice ella.
—Hola chic...— su frase queda en el aire en cuanto ve a la muchacha sentada al lado de nuestra hija. —¿¡Michael eres tú!?
—¿¡Cómo es que todos en esta casa conocían a mi novia y yo no sabía!?— expone alterada. —Oh, mamá, papá, ella es mi novia.— dice con simpleza.
Michael por su parte, se encuentra roja como un tomate.
—Tan sutil para decir las cosas como tu padre.— murmuro. —Ya lo sabía.
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Rompiendo Límites
Romance-¿Es que me seguirás a todos lados? ¿Cómo antes?- asiente con expresión seria. -Es mi trabajo, niña. 《Niña》¿Han escuchado eso? Sí, así es. Fue mi corazón que por un motivo incomprensible se ha roto en miles de trozos. Muevo la cabeza de un lado al...